Necesito hoy abandonar mis pupilas en cualquiera que me mire,
sustituirme en su cuerpo,
De momento -¿hasta cuándo?-
me siembro entre las piedras de este cuarto cada día
recolectando dolor cada mañana,
ahuyentando la lucidez con el tiempo detenido.
Estoy buscando un sentido
a todo esto.
Y no lo encuentro.
Quizá alguien me lo tenga,
guardado y quieto,
cobijado en su regazo como pan madrugador.
Y en la maraña en que me encuentro
nadie hay...
...............................por ahora................................................................
Somos lo que soñamos ser y ese sueño no es tanto una meta como una energía. Cada día es una crisálida, cada día alumbra una metamorfosis. Caemos, nos levantamos. Cada día la vida empieza de nuevo. La vida es un acto de existencia y de resistencia. Vivimos, revivimos. Pero todo se sostiene en la memoria. Somos lo que recordamos. La memoria es nuestro hogar nómada. Como las plantas o las aves emigrantes, los recuerdos tienen la estrategia de la luz, van hacia adelante a la manera del remero que se desplaza de espaldas para ver mejor. Hay un dolor parecido al dolor de muelas, a la pérdida física y es perder algún recuerdo que queremos. Esas fotos imprescindibles en el álbum de la vida. Por eso hay una clase de melancolía que no atrapa, sino que nutre la libertad. En esa melancolía, como espuma en las olas, se alzan los sueños.
ResponderEliminar(Leído en un foro de internet, lo traigo aquí para ti).
Salud y República.
Eduardo.
Gracias, EDuardo. Es hermosamente profundo.
ResponderEliminarUn abrazo