Tantas veces empeñados en llegar a lo esencial,
abrumados por el peso de las Grandes Ideas,
disueltos en el mar de Verdades aplastantes...
Y nosotros, aquí,
con los ojos húmedos y el alma en carne viva,
diciendo
"no soy nadie, no valgo para nada...",
atrapados en las fauces de Deberes gigantescos,
perdidos, derrotados, neutros.
Y grita el alma
de las cosas pequeñas
como nosotros
aquí
en la herida de la tierra, nuestra tierra,
en el hueco proceloso y solitario de dos manos temblorosas,
en ese sabor a fracaso
r-e-p-e-t-i-d-o
que golpea la memoria,
en los días por venir y tan temidos.
Aúlla la luz vacilante que nos alumbra por dentro
y el beso deseado y no obtenido
y el verso de la prosa dormido en cada cosa
y el ansia de querer y ser querido
y la huida dolorida hacia uno mismo
y el dolor de vernos como somos
y, en fin, lo pequeño, lo débil y lo nimio
ahogado y olvidado tantas veces
por mor de lo esencial
de las grandes ideas
de las MAYÚSCULAS.
El día en que se mueran los principios absolutos,
todas esas ataduras que aprisionan nuestras manos, el día en que volemos
relajados,
rozando mutuamente nuestras alas,
convirtiendo nuestro poco en un mucho compartido
y la nada, en algo
y los otros nos siembren soledad y compañía,
y sequen nuestras lágrimas otros cuerpos y otras manos
y la risa se zambulla en la del otro
y todo sea bueno o sea malo
según sea acogido o rechazado
y se borren de raíz anonimatos,
y el miedo a la traición, al desengaño,
a sufrir y a hacer daño,
cuando nadie distinga entre mente y corazón
y el cerebro lata enamorado,
y nos llamen por el nombre verdadero,
ese día,
créeme,
nos sentiremos, por fin, aliviados por la brisa y por el trueno,
por la lluvia, la noche y el océano
la caricia de lo débil y pequeño
amasado en barro
envuelto en viento.
Y también
como nosotros
en algún lugar postergado hasta el momento,
quizá arrinconada y polvorienta
una estrella pequeña nos espere
regalo del amigo,
ardor entregado del amante
arrullando la fiebre y el insomnio
ofreciendo un hombro en que apoyarnos.
Para eso solamente.
Para nada.
Un post realmente hermoso.
ResponderEliminarQué grande eres, Antonio,