Dibuja un cuadrado.
Perfecto.
Tiralíneas seguro de sí mismo.
Trazos definidos al milímetro.
Ya está. Ahora juega,
Toma el lapicero.
Haz una raya cualquiera.
Dos. Una docena.
Diagonales certeras. De ángulo a ángulo.
Simetría consciente y deseada.
Orden apoyado en muletas culturales, cómodas.
Compás invariable del concierto (Cuatro por cuatro...).
Ya no juegues más.
Sólo observa la figura de tu vida.
Trázate rayas.
Rayas que estrenan instantes efímeros.
Desorden asimétrico.
Simetría imprevista.
Disonancias en la voz del alma.
La asepsia geométrica no existe allí.
Armonía caótica.
Estética compleja del destino voluntario.
Dibuja un cuadrado vital.
Verás cómo tiene trillones de lados.
Ahora, juega...
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