domingo, 23 de noviembre de 2008

Escuela pública y laica




Tras conocer la sentencia dictada por el Juzgado de lo Contencioso-administrativo nº 2 de Valladolid en la que obliga al Colegio Público Macías Picavea de Valladolid a retirar los símbolos religiosos de las aulas y espacios comunes del centro, por entender que vulnera los derechos fundamentales reconocidos en los artículos 14 y 16.1 de la Constitución (igualdad y libertad de conciencia), algunos ransmitimos telefónicamente a Fernando Pastor, de la Asociación Cultural Escuela Pública de Valladolid, nuestra enhorabuena y nuestros ánimos cara al futuro.

Telefónicamente, convine también con Fernando Pastor la publicación en su blog de un artículo escrito por mí, que fuese una reflexión sobre la escuela pública y laica, y al mismo tiempo la manifestación de la alegría que nos produce la sentencia y de la responsabilidad que la misma conlleva para llevar a cabo acciones relacionadas con el objeto de la citada sentencia. ESte es el artículo, enviado ya a Valladolid:

Aunque parezca un tópico, un país sin educación, sin verdadera educación, está carente de espíritu, de alma, de horizonte, incluso de esperanza. Y un país sin ciudadanos, sin verdaderos ciudadanos, es decir, sin personas ilustradas, críticas, libres, autónomas y con criterio propio, es un país mermado, abocado a consumir, a vegetar y a atenerse a lo que dicten desde arriba.

La escuela pública tiene como objetivo básico educar ciudadanos, lo cual es una necesidad y también una apuesta: la historia de nuestro país es a menudo un anecdotario de intentos para que todos seamos súbditos, sin Ilustración, sin Humanismo, sin Renacimiento, sin libertades, sin librepensamiento, sin derechos y obligaciones. De ahí que el hecho mismo de educar debería ser también una celebración: la historia de España necesita ser escrita desde el librepensamiento y la dignidad, y también de su puño y letra por los propios ciudadanos, sin tabúes, jerarquías, dogmas e imposiciones de nadie.

El ciudadano no nace, se hace. Para ello necesita de los demás, de su entorno social, de la cultura y de la historia donde le ha tocado existir. Dentro de todo ello, la escuela es un elemento fundamental de formación: en ella cada uno ha de aprender a abrir los ojos al mundo, a los hallazgos científicos, a la incesante búsqueda de otros nuevos, a la detección de las falacias y las supercherías seculares. al porvenir, a los significados que quiere hallar y contribuir a inocular en el mundo. En ella se imparte una serie de materias y asignaturas que pueden servir de acicate para que cada ciudadano descubra su camino, su horizonte, su herramienta de trabajo, sus señas de identidad profesional, así como los rasgos específicos que lo identifican como persona, como ciudadano.

El ciudadano no nace, se hace. Los valores primordiales que van configurando al ser humano como tal, han de aprenderse, contrastarse, debatirse, interiorizarse y legitimarse. El proceso por que la mente humana se hace autocrítica, culta, autónoma, libre y solidaria constituye la más importante de las materias a estudiar, la más relevante de las asignaturas escolares. En otras palabras, la escuela ha de ser un vehículo esencial para formar y educar personas, ciudadanos. La escuela ha de ser PÚBLICA y LAICA. Para llevar a cabo todos esos cometidos, la escuela ha de ser PÚBLICA y ha de ser LAICA.

Esta escuela pública y laica no solo debería transmitir datos ni evaluar solo conocimientos, sino ante todo formar parte del entramado vital del estudiante. Cada momento y elemento de la escuela han de ser vivos, dinámicos, participativos, libres, exentos de dogmas y corsés, de postulados religiosos y confesionales.

En la escuela se imparten saberes, no creencias. La educación de cada persona, de cada ciudadano, es ajena a las creencias religiosas, que pertenecen al ámbito de lo privado. Ciertamente, las familias tienen el derecho reconocido en la Constitución (artículo 27.3) de que sus hij@s “reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”, pero hasta el momento la Iglesia Católica española ha interpretado el texto constitucional desde su prisma sesgado de la obligatoriedad de ofertar en la escuela pública, en tiempo lectivo y como una asignatura más del currículum las clases de Religión y Moral católicas. Es decir, tal como reza el texto del Concordato, aún vigente, de 1953, suscrito por el Estado franquista y el Vaticano.

En realidad, se trata de una reafirmación nostálgica de los sectores más ultraconservadores de sus dogmas y principios cerrados. Basta pensar para ello en la feroz campaña que los sectores reaccionarios de nuestro país han estado montando contra la asignatura Educación para la Ciudadanía.

Frente a ello, la escuela pública y laica se basa en todos los saberes científicos y universales conseguidos hasta la fecha por la humanidad, así como en los principios democráticos, en los derechos básicos del ser humano, en sus obligaciones éticas y sociales, en las instituciones que lo conforman como ciudadano de un país y del mundo, en las leyes que han convenido darse los órganos institucionales de representación democrática. De ahí que la escuela pública y laica deba estar en las antípodas mismas del adoctrinamiento y de los argumentos intelectuales y morales basados en la autoridad. Muy al contrario, debe incitar y alentar al conocimiento científico, a todos los saberes racionales, a los derechos universales, a la participación ciudadana, a la libre elección del grado, los modos y las formas de compromiso solidario con todo ello.

La sentencia dictada por el Juzgado de lo Contencioso-administrativo nº 2 de Valladolid en la que obliga al Colegio Público “Macías Picavea”, de Valladolid, a retirar los símbolos religiosos de las aulas y espacios comunes del centro, por entender que vulnera los derechos fundamentales reconocidos en los artículos 14 y 16.1 de la Constitución (igualdad y libertad de conciencia), son un motivo de alegría y celebración para todos cuantos deseamos y trabajamos por un Estado laico y una sociedad (incluida la escuela) laica.

Enhorabuena y felicidades a la Asociación Cultural Escuela Laica de Valladolid.

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