lunes, 17 de noviembre de 2008

El humor de los integrismos


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No hace mucho leíamos que la BBC, tan circunspecta, tan mesurada siempre, no va a permitir que en su cadena se hagan bromas y chanzas sobre los musulmanes. Como motivo de ello el director general de la cadena aducía que los seguidores del islam son “más sensibles que los cristianos”, lo cual nos lleva a preguntarnos que es eso de la sensibilidad religiosa y en qué establecimientos podemos adquirir algún sensibilímetro capaz de medir cosas tan etéreas como la sensibilidad, cuando en realidad se trata primordialmente de excusas ante el miedo al radicalismo extremo islamista. Los más fervientes seguidores de las actualmente mayores religiones en el mundo (judaísmo, cristianismo, islamismo) carecen de cintura para encarar con flexibilidad mental y unos gramos de autocrítica y sentido del humor algunos hechos y dichos que les disgustan. En otras palabras, cabe preguntarse por qué las religiones suelen carecer de sentido del humor.

Los musulmanes iraníes tenían muy subida la sensibilidad, por ejemplo, cuando el ayatolá Jomeiní lanzó un fatua contra el escritor Salman Rushdie por “haber blasfemado contra Mahoma y el islam” en su libro Versos Satánicos, ofreciendo una recompensa de tres millones de dólares por su muerte. De paso, unos cuantos editores y traductores del libro fueron asesinados en distintos países. Si eso es sensibilidad religiosa, el periódico que tiene usted delante es un incunable.

Quién no recuerda el alboroto que armaron 12 caricaturas de Mahoma publicadas en un diario danés, con la consiguiente quema de banderas, masivas manifestaciones en algunos países islámicos y llamadas a consulta de embajadores. En las últimas semanas, Sony ha tenido que retirar medio millón de copias de su juego Little big planet porque su música podría ofender a un jugador musulmán, pues para algunos suena a dos versos del Corán, cuando su religión no permite melodiar el texto de su libro sagrado. De hecho, según una fatua musulmana “las formas de recitar el Corán proceden del mismo Mahoma sin tener música ni melodías en ninguna forma de recitación”, por lo que, al melodiarlo, se alarga “una letra indebidamente, lo cual puede considerarse como aumentar el Corán”. Total, que el chiste, la sensibilidad y el buen humor musulmán le ha costado a Sony una pasta gansa.

De todas formas, parece ser también verdad que a mayor sensibilidad, menor sentido del humor, pues cuanto más poseedora en exclusiva de la única verdad absoluta se crea una confesión religiosa, menor será también su capacidad de vivir, pensar, criticar y autocriticarse con un cierto sentido del humor. Que se lo digan, si no, a Álex de la Iglesia, a quien una organización ultracatólica denominada Observatorio Antidifamación Religiosa le ha montado una campaña de bigotes por una frase de un androide dirigida a un extraterrestre sobre la Capilla Sixtina en la serie televisiva Plutón Verbenero de TVE.

Este mismo sentido del humor, llevó a la Asociación Católica de Propagandistas a comparar el laicismo con el Tercer Reich, siguiendo así la estela del ayatolá católico Rouco Varela, que también afirmó que “el laicismo radical acabó en el comunismo y el nazismo”. ¿A que son unos chistes graciosísimos?

Si alguien quiere arriesgar su integridad física no tiene más que poner en duda que el arcángel Gabriel no anunció a una doncella su próxima maternidad sin menoscabo de su virginidad o que ese mismo arcángel no fue el medio utilizado por Alá para designar a Mahoma como Profeta y receptor de la revelación del Corán. O afirmar que la Kaaba es un aerolito, una piedra de origen espacial, y no la construida por Abraham por orden divina, en sustitución del santuario construido por Adán, elevado después al cielo para evitar las aguas del diluvio. O que el Apóstol Santiago, el Matamoros (¡Santiago, y cierra España!), no se le apareció en sueños al rey Ramiro I para comunicarle haber sido designado por Dios como “Patrón de las Españas” la víspera de la gloriosa batalla de Clavijo.

El sentido del humor de los islamistas somalíes les ha llevado a lapidar hasta su muerte a Asha Ibrahim Dhuhulow, una niña de 14 años, acusada de adúltera. Al final, el chiste resultó ser no muy bueno, pues se demostró que la niña había sido violada por tres hombres. Al humorista Leo Bassi también le han ido contando varios chistes los integristas católicos no hace mucho tiempo: un artefacto explosivo en 2006, por criticar el oscurantismo y los fundamentalismos en su obra La Revelación; amenaza de bomba en Utrera en abril de 2008 durante una representación; en 2008 fue censurado del festival murciano AlterArte por coincidir en fechas con el congreso regional del PP.

Para acabar, un chiste de Epicuro: “No es impío el que desecha los dioses de la gente, sino quien atribuye a los dioses las opiniones de la gente”.

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