He tenido un sueño. No ayer ni anteayer,
no es uno de esos sueños que se esfuman al recobrar la conciencia o a medida
que vas cumpliendo años. He tenido un sueño que me crece dentro desde hace años
y abraza a todos y cada uno de los seres humanos.
He tenido un sueño que me hace seguir
viviendo, sobre el tablón donde much@s sobrevivimos desde el último naufragio.
Sobre ese tablón ahuyentamos juntos nuestros miedos, nos aliviamos la fiebre y
nos contamos cuentos de final feliz. Las estrellas nos hacen guiños durante la
noche y nuestros ojos llevan clavados en ellas desde el inicio de nuestro viaje
por la existencia. He tenido un sueño, sí. Cada vez que lo hago presente,
percibo el latir cansado de mi corazón y el temblor de mi alma.
Seis mil millones de seres humanos
compartimos hoy en el planeta Tierra nuestra más vinculante y definitoria seña
de identidad: nuestra humanidad, que nos hace ser parte y a la vez diferentes
del resto de seres conformados por el mismo polvo de estrellas. Por encima de
las leyes y de las normas, portamos constitutivamente unos derechos
fundamentales sin los que quedamos privados de nuestra humanidad misma. Ese es
mi sueño: la plena realización de los derechos fundamentales (vivienda,
sanidad, educación, trabajo, libertades ciudadanas, etc.) en todos y cada uno
de los seres humanos.
Percibo a veces que mi vida es ya corta;
eso no me lleva al desánimo, sino a reafirmarme en mi sueño: mientras me resten
fuerzas y vida mi sueño seguirá en mí, cargado de palabras escritas
diariamente, ofrecidas diariamente, pero sobre todo compartidas diariamente en
la calle con todas las personas con quienes me encuentre en el camino. Nada
temo, no tengo miedo de nada. Me apoyo en lo que tengo por valioso, que
raramente es amigo de lo fácil. Mantengo la verdad humana por excelencia: al
final de la vida vale cuánto y cómo hemos querido, cuánto y cómo nos han
querido; al final de la vida se presentará otra verdad (la misma, en el fondo):
si hemos intentado ser coherentes con lo que queremos y creemos realmente.
Fotografía: Vera Benavente
La felicidad no es una meta, sino la
consecuencia de lo que hemos estado haciendo con y de la vida hasta el último
segundo. Por eso mi sueño me permite en estos momentos esbozar una sonrisa y
tener la certeza de que todo ha merecido la pena, también gracias a todas y
cada una de las personas amigas y compañeras de viaje
He tenido un sueño que me ha
permitido avanzar un poco cada día en el descubrimiento de los limites de lo
posible y en la esperanza de poder traspasarlos en dirección hacia lo supuestamente
imposible. Así he ido también descubriendo la Utopia (lo óptimo, pero no
imposible). Así fui aprendido a amar las utopías sobre todas las cosas.
Ayer ese sueño me mostró una de sus
caras, ilimitadas, polícromas, complementarias. Recibí una invitación a que mi
sueño reposase en una posibilidad, quizá ni mejor ni peor que otras, de hacerlo
realidad con otras personas. Allí están Maru, Sergio, Ana, José…, a quienes
aprecio, valoro y quiero. Allí estaré yo también.
Por eso me he sumado a la candidatura
de Maru Díaz al Consejo Ciudadano del Círculo Podemos Zaragoza. No sé existir y
trabajar a medias. Estaré allí al 100% a pesar de y con todas mis limitaciones,
pues he tenido un sueño y el sueño puede hacerse realidad también a través de
Podemos. Desde ayer es una opción más en mi vida.
He tenido un sueño. Sigo teniendo
ese mismo sueño ahora también como miembro de Podemos y de esa candidatura de
Podemos. Nada cambia. Me encontrarás como siempre y donde siempre. Salud y un
fuerte abrazo.
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