Viernes. Es asombrosa la rapidez con que
pasan las semanas también el portal de la residencia de la Consejera aragonesa
de Educación. Me doy cuenta enseguida de que Thomas Mann está a mi
lado, quieto, medio sonriente, mirándome fijamente. Me susurra al oído a modo
de saludo matutino: “La monotonía y el vacío pueden abreviar y
acelerar vastas extensiones de tiempo hasta reducirlas a la nada… El hastío es,
pues, en realidad, una representación enfermiza de la brevedad del tiempo
provocada por la monotonía. Los grandes períodos de tiempo, cuando su curso es
de una monotonía ininterrumpida, llegan a encogerse en una medida que
espantaría mortalmente al espíritu. Cuando los días son semejantes entre sí, no
constituyen más que un solo día, y con una uniformidad perfecta, la vida más
larga sería vivida como muy breve y pasaría en un momento. La costumbre es una
somnolencia, o, al menos, un debilitamiento de la conciencia del tiempo”.
Mann
permanece allí, en el portal de la Consejera. Me doy cuenta de que está
acompañado de todas las personas y personajes que han ido apareciendo en el
portal a lo largo del año y medio que ya llevo en el portal por la escuela
pública y laica. Pienso en lo rápido que se me han hecho esos dieciocho meses.
Ni monotonía ni costumbre ni hastío ni somnolencia ante el tiempo transcurrido.
Cada día voy al portal con todo mi yo, a pesar de todos los pesares. “Tienes suerte, tienes mucha suerte”,
vuelve a decirme Thomas Mann. Asiento con la cabeza, mientras Juan, que ha
estado hoy también en el portal, y su grupo La última y pa casa cantan la
canción “Políticos”. ¡Gracias, Juan!
Hasta el
próximo día
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