jueves, 27 de febrero de 2014

Diario de un perroflauta motorizado, 194


Hoy el perroflauta motorizado ha iniciado la jornada pasado por agua, entre dos aguas, pleno de admiración y gratitud a Paco de Lucía, que nos ha dejado. Aquí toca Canción de amor. Esa canción se la cantamos ahora tod@s.


Lluvia insistente en la primera hora de la mañana y frío a veces intenso. Marisol, Marga, Hannelore, Toñi, Ángel y el perroflauta motorizado (que ha estrenado paraguas) han estado hoy en el portal de la Consejera aragonesa de Educación.



  

El perroflauta motorizado no se quita de la cabeza lo que ha estado leyendo estos días sobre la educación como arte o el arte de educar. La educación como arte….
La humanidad ha hecho descubrimientos enormes: la rueda, encender fuego, la bombilla o la máquina de vapor… Kant añade a este respecto que dos de los mayores y más intrincados descubrimientos en la historia de la humanidad han sido el arte de gobernar y el arte de educar. Al mismo tiempo, se lamenta de que aún se esté discutiendo sobre esto, avanzando y coincidiendo tan poco en criterios comunes. El perroflauta motorizado añadiría que otros dos grandes descubrimientos han sido la toma de conciencia de un@ mism@ y la toma de conciencia de la existencia del otr@.
La educación como arte... Educar es un arte porque no consiste simplemente en la maduración natural de ciertas capacidades del ser humano (como mantenerse erguido, andar o beber sin respirar a la vez…). De hecho, el ser humano es un animal muy pobre de instintos, que nace con unos cuantos reflejos destinados a su supervivencia
El arte de educar… En algunos casos, basta la costumbre mecánica de aprender y ejecutar determinadas acciones, sin un plan determinado, confiando en el “ensayo-error”, como, por ejemplo, cuando aprendemos a hacer la cama, utilizar el cuchillo y el tenedor o cocinar macarrones a la boloñesa. Otras veces, en cambio, casi siempre ha de hacerse de una forma “razonada”. De hecho, el arte de la educación necesita ser razonado siempre que su propósito sea que lo aprendido quede interiorizado, sedimentado, metabolizado en la persona que aprende, así como desarrollar la naturaleza humana y la humanidad que cada persona porta consigo. Educar mediante la imposición es educar poco y mal.
Precisamente por ello, es importante que quienes tienen en sus manos la educación de los niños y los jóvenes (familia, profesorado, Gobiernos…) tengan siempre presente que no se debe educar solo con miras al presente inmediato, sino también teniendo siempre en consideración que al educar la dimensión humana de unos seres humanos se está contribuyendo a mejorar el estado y el futuro de la humanidad entera, de tal forma que todos y cada uno de los seres humanos que habitamos el planeta Tierra logremos desarrollar cabalmente nuestras capacidades, derechos y libertades como humanos.
Sin embargo, a veces las familias parecen preocuparse solo de que sus hij@s prosperen en el mundo inmediato del “tener”, “ganar” y “comprar”, al igual que los gobernantes parecen no considerar a la ciudadanía más que como instrumentos para lograr sus fines e intereses, generalmente electoralistas.
Ni muchas familias ni una parte del profesorado ni una considerable porción de los gobernantes parecen ponerse como objetivo el desarrollo pleno de la humanidad de cada persona, mucho menos aún que el mundo mejore, un mundo mejor, la realización efectiva de otro mundo posible, ni tampoco el derecho universal de todas y cada una de las personas de desarrollar íntegramente y en igualdad de condiciones las capacidades y disposiciones que tienen como ciudadan@s y como human@s.  Todo eso les suena a música celestial. Así nos va…
A veces da la impresión de que el sistema educativo es una especie de cinta transportadora sobre la que se suben los hijos de los más pudientes y la gente joven más preparada/dispuesta para insertarse en la cadena de producción y de mando. En tal caso, el sistema educativo es solo un sistema de instrucción para buenos productores en la cadena de obtención de beneficios de la minoría rica. En tal caso, el sistema educativo está en las antípodas del arte de educar.
Las bases de un plan de educación han de hacerse democráticamente. Y como “democracia” es el gobierno del “demos”, y “demos” significa “pueblo”, una educación sin el pueblo y al margen del pueblo no es democrática ni es verdadera educación. ¿Es que el derecho universal y el interés general son nocivos para la satisfacción de los proyectos y objetivos personales de los individuos?
Por el contrario, una buena y verdadera educación es precisamente uno de los pocos clavos ardiendo que aún quedan para que persista la esperanza y el anhelo de otro mundo posible. Tod@s tenemos dentro la semilla de humanidad que nos puede hacer mejores; aunque se trate de una cuestión muy controvertida, no portamos dentro los gérmenes que por naturaleza nos hacen malos, sino que nos hacemos malos y nos hacen malos al entrar en contacto con un entorno social radical y ferozmente egoísta, competitivo y autoritario. En los seres humanos solamente hay semillas del y para el bien. Así las cosas, puede estar bastante claro en qué consiste el arte de educar y de educar bien.
Una de las cosas que más me sorprenden/asombran es que incluso una buena parte del profesorado y los sindicatos de educación suelen perderse en asuntos marcadamente corporativistas y gremiales, eludiendo el tema de la educación. Incluso algun@s  reivindican con vehemencia su condición de profesor@s y enseñantes, desechando su condición de educador@s. Quizá deberían dedicar algún tiempo más a definirse personal y profesionalmente como trabajador@s en el arte de educar.



Hasta mañana

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