sábado, 2 de noviembre de 2013

El papa Francisco reprende al obispo de Limburg por su lujo desmedido


 
Cabizbajo, el obispo de la diócesis alemana de Limburg, Franz-Peter Tebartz-van Elst, transitaba en aquellos momentos por el Vaticano, pues el papa Francisco decidió recibirle en audiencia privada, tras suspenderle de sus tareas episcopales debido al despilfarro económico y al lujo en que había estado metido: solo la renovación de su palacio episcopal parecía ascender a 31 millones de euros, incluida una bañera de 15.00 euros o miles de euros en billetes de primera clase para visitar barrios de chabolas en India.
El obispo de Limburg había traspasado ya con aire apesadumbrado los 320 metros de longitud de la Plaza de san Pedro, construida por Bernini y rodeada por enormes y lujosas 284 columnas y 88 pilastras. Apenas había levantado la vista para observar el obelisco del centro de la plaza, traído desde Egipto en el siglo XVI, y las dos fuentes, obra de Bernini y Maderno. Sonrió levemente al cruzar por su mente el hecho de que la curia vaticana no viese con malos ojos semejante ostentación de lujo y boato, pero hubiese prohibido la entrada con tirantes y pantalones cortos tanto a hombres como a mujeres (los demonios interiores y las represiones consiguientes conllevan a veces estas cosas…). Su acompañante, cardenal de la curia vaticana, invitó al obispo de Limburg a pasar después de la entrevista con el papa hasta el castillo Sant’Angelo por un corredor fortificado de unos 800 metros de longitud, pero Franz-Peter Tebartz-van Elst cortésmente declinó la invitación. 
El camino preferido por el obispo germano pasaba cerca de la Biblioteca Vaticana, que guarda unos 75.000 manuscritos y más de 1.100.000 libros, de los cuales 8.000 son incunables. Cruzó los Museos Vaticanos, donde se halla la Capilla Sixtina, el jardín de Belvedere, la famosa rampa helicoidal de Bramante con sus columnas dóricas, jónicas y corintias, los Museos Sacro y Profano, los museos Pío-Clementino, el Museo Chiaramonti, el Museo Gregoriano Etrusco, el Museo Gregoriano Egipcio, la Pinacoteca, además el museo Misionero-Etnológico, la colección de Arte Religioso Moderno, el Museo de las Carrozas, el Museo Histórico.
Sin embargo, su acompañante no le indicó dirigirse a las estancias privadas del Palacio Papal o Palacio del Vaticano, residencia oficial del Sumo Pontífice, pues el papa Francisco había resuelto residir en la Casa de Santa Marta, también dentro del Vaticano, buscando una “forma simple de vivir”: la nueva residencia papal consta de cuatro plantas y un total de 129 habitaciones, de las cuales 106 son suites, 22 habitaciones dobles y un apartamento. 

Una vez ante el papa Francisco, el obispo de la diócesis alemana de Limburg, Franz-Peter Tebartz-van Els, se arrodilló ante él y besó su anillo. El papa estrechó después entre sus manos las del obispo germano, y exclamó:
-Te has pasado, Franz, te has pasado. Eso no es evangélico ni pastoral ni ejemplar para los fieles de tu diócesis.

Otro alemán, Martin Luther, conocido también en otros lares como Martín Lutero, soltó una estruendosa carcajada, que solo el papa Francisco y el obispo de Limburg oyeron, pero que hizo temblar las gemas de cristal de roca que adornaban la lámpara de araña que colgaba del techo.

¡¡¡¿Pero quién se ha pasado más realmente, decidme?!!! –escucharon.

El papa Francisco y el obispo de Limburg, Franz-Peter Tebartz-van Elst, nunca han podido saber con certeza si aquella voz era de Lutero, de Dios o de Belzebú. Pero ambos se sintieron seriamente reprendidos.







1 comentario:

  1. Pensaba que el de la carcajada iba a ser Calvino, pero bueno, en cualquier caso y a pesar de no sentir sobre mi la autoridad ecleiástica, moral, pastoral, fraternal, ni de ningún otro tipo del Papa Francisco, bienvenidos sean sus modos y, por lo que a mi respecta, mantengo una expectante y esperanzadora espera, aunque mi estado, insisto, no sea de preñez alguna.

    ResponderEliminar

Si lo deseas, puedes hacer el comentario que consideres oportuno.