El Departamento de Educación,
Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón publicó el 19 de febrero pasado una
Orden por la que se regula la
implantación de Proyectos educativos de organización de tiempos escolares en centros
aragoneses de Educación Infantil y Primaria y en centros de Educación Especial.
En román paladino, la posibilidad de cambiar o no el tipo de jornada en cada
centro, un tema polémico desde hace bastantes años.
El Departamento
de Educación se abstiene, no es su competencia, de entrar en los pros y los
contras más utilizados para defender la jornada partida o la jornada
continuada, sobre lo que se ha dicho y escrito mucho o nada, según las
conveniencias e intereses de cada
sindicato, organización o asociación. Simplemente, el Departamento de Educación
deja en manos de cada centro la elaboración y la presentación de un Proyecto que
con “metodologías innovadoras” avale un posible cambio de jornada escolar (Preámbulo).
Sin
embargo, en el Preámbulo mismo se deslizan afirmaciones algo sesgadas y sin
base pedagógica y psicológica fundada, acompañadas de la repetición incesante
de ciertos términos y expresiones (“innovación”, “autonomía”, “cambio
metodológico”, etc.) y de abundantes redundancias y tautologías, que se quedan
en una abstracta inconcreción de la facundia usada a menudo en un documento
oficial.
Personalmente,
como gato escaldado que soy, me pregunto en primer lugar cuántas escuelas
públicas y cuántas concertadas se acogerán a la posibilidad de optar por la
jornada continua. Sospecho que muy pocos o ninguno de los centros privados sostenidos
con fondos públicos variarán su modalidad de jornada (en los centros
concertados decide solo “el titular del Centro”, 18.2) y que la mayor parte de los centros que optaren por la jornada continua serán
de carácter público. En otras palabras, con la jornada continua en no pocos de los
centros públicos de Infantil y Primaria se está sirviendo en bandeja de plata a
la red de centros privados concertados la elección aún más depurada de su
clientela y el aumento en consonancia de
la demanda de plazas en sus colegios por parte de muchas familias a las que el
cambio de jornada supondría un serio revés por razones personales, laborales,
profesionales o económicas.
Por otro
lado, tras tanto hablar de innovación, los Centros solo deben desarrollar las
“estrategias de innovación” fundamentadas en la innovación ya existente o que
se “vaya a iniciar o implementar” (artículo 3). Ni un solo ejemplo ni una sola
concreción al respecto, como si la innovación por sí sola garantizase una mejor
educación, como si no supiéramos o no hubiésemos sufrido en nuestras propias
carnes que la mayor y mejor calidad de la actividad educativa en un aula depende
fundamentalmente del buen hacer del docente de turno, innove mucho o poco. Como
si no supiéramos que en cada centro, muy o poco innovador, hay docentes
magníficos, normalitos y funestos, como en botica. Como si no supiéramos que gran
parte de la presión por los cambios de jornada escolar no han obedecido
fundamentalmente a parámetros pedagógicos y educativos.
La opción de cambio de jornada en los centros públicos se deja en manos de que así lo acuerden,
como mínimo, los 2/3 del Consejo escolar (18.1). Pero tan democrática disposición
tiene su intríngulis: componen un Consejo Escolar el Director del centro, el
Jefe de Estudios, un representante del Ayuntamiento, un número de profesores no
inferior a un tercio de los miembros del Consejo, un número de representantes
de familias y de alumnado no inferior a otro tercio del total, un representante
del personal de administración y servicios del centro y el Secretario del
centro, con voz y sin voto. A buen entendedor democrático…
(Tan sencillo será -o es una trampa saducea por
parte de la Administración aragonesa- conseguir al menos el 55% del censo de
las familias, considerando que cada padre y madre tendrá un voto
individual? ¿Han pensado que el solo
hecho de no participar en la votación –cosa bastante generalizada, por ejemplo,
en las votaciones a representantes familiares en el Consejo escolar- constituye,
de hecho, un No a la aprobación del cambio de jornada? La Orden del
Departamento de Educación da la
impresión a veces de ser un acto
de filibusterismo político).
Y ahora, hablemos de realidades
contantes y sonantes: ya tenemos Proyecto, ya está aprobado por el Claustro, el
Consejo escolar y las familias, ya tiene el visto bueno de la Comisión de
Valoración. ¿Habrá dinero, más personal y recursos para llevar a cabo el
Proyecto? Y el Departamento de Educación pare un ratón: “la implantación de los
Proyectos educativos (…) no supondrá́ ningún incremento de recursos humanos o
de la partida de gastos de funcionamiento, ni modificación de las condiciones
laborales del personal docente y no docente de los centros que lo implanten”.
Tras la sañuda política de recortes
por parte de la anterior Consejera de Educación, Mª Dolores Serrat Moré
(difícil hacerlo peor), la Orden del actual Gobierno sobre un posible cambio de
jornada escolar puede llegar a ser un brindis al sol para salvar la cara a
políticos y sindicatos sobre un asunto que va a crear no pocas rupturas y
brechas indeseadas en los claustros, los centros y la comunidad educativa. Tras
la hojarasca de las palabras, objetivo cumplido y mensaje final: allá cada cual
con cambiar la jornada escolar en su centro de Infantil y Primaria. De la educación
universal, pública, laica y de calidad, no sabe, no contesta.
Muy bien Antonio, ojalá se cumplan tus deseos. Te queremos. Salud y Repúblika Laika. 17 Pekos
ResponderEliminarComo buen estudiante que he sido, la jornada debe ser por la mañana e intensiva. Es de toda logica que cuando se tiene mas energia se aproveche el tiempo, nunca habeis ido a clases por la tarde? todo el mundo esta durmiendo, hasta el que la da. Creo que es un gran retroceso en contra de los alumnos y los invita al desorden a bajar su rendimiento
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