Sin embargo, hay un hecho más, el enésimo, radicalmente criticable: Los
Príncipes de Asturias encabezarán la delegación española formada por una
veintena de diputados y autoridades institucionales que acompañará a la
"misión oficial" española en dicha beatificación de Wojtyła.
Concretamente, cinco miembros de las altas instituciones españolas, además de
una delegación formada por cerca de una veintena de diputados y autoridades
institucionales. Así, en representación del Gobierno de España, acudirán el
ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui y la embajadora de España ante la
Santa Sede, María Jesús Figa. También formará parte de la delegación el
vicepresidente tercero del Congreso, Jorge Fernández Díaz; y la vicepresidenta
del Gobierno de Cataluña, Joana Ortega, entre otros. Desde el PP asistirán,
entre otros, la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, el
ex ministro y el diputado Cristóbal Montoro. Son representantes de todos los españoles,
pagados por el dinero público de todos. A título individual pueden hacer lo que
deseen, pero no asistir a un acto exclusivamente confesional privado en calidad
de sus cargos, incumpliendo así el principio constitucional de la
aconfesionalidad del Estado.
Por otro lado, no hay que olvidar que el Día internacional de los
Trabajadores, 1º de mayo, proviene de las reivindicaciones y luchas obreras
acaecidas a finales del siglo XIX. Entre otras cosas, los trabajadores exigían la jornada laboral
de 8 horas bajo el lema: «ocho horas para
el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa».
El 1° de mayo de 1886, 200.000
trabajadores iniciaron la huelga para conseguirlo. En Chicago, donde las
condiciones de los trabajadores eran mucho peores que en otras ciudades del
país, las movilizaciones siguieron los días 2 y 3 de mayo. El día 2 la policía
había disuelto violentamente una manifestación de más de 50.000 personas y el
día 3, sin aviso alguno, procedió a disparar a quemarropa sobre la gente
produciendo 6 muertos y varias decenas de heridos. Por la tarde del día
siguiente, se concentraron en la
plaza de Haymarket más de 20.000 personas que fueron reprimidas por 180
policías uniformados. Un artefacto explosivo estalló entre los policías
produciendo un muerto y varios heridos. La policía abrió fuego contra la
multitud matando e hiriendo a un número desconocido de obreros. Se declaró el estado
de sitio y el toque de queda deteniendo a centenares de trabajadores que fueron
golpeados y torturados, acusados del asesinato del policía.
El
21 de junio 1886, se inició un juicio contra 31 trabajadores, que luego
quedaron en 8. Las irregularidades en juicio fueron muchas violándose todas las
normas procesales de forma y de fondo. Los juzgados fueron declarados
culpables. Tres de ellos fueron condenados a prisión y cinco a la horca.
A
finales de mayo de 1886 varios
sectores patronales accedieron a otorgar la jornada de 8 horas a varios
centenares de miles de obreros, medida que fue extendiéndose por otros lugares
del mundo.
Desde su establecimiento en la mayoría de países (aunque la
consideración de día festivo fue en muchos casos tardía) Por acuerdo del
Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en París en
1889, se estableció el Primero de Mayo como Día Internacional de los
Trabajadores como una jornada reivindicativa y de homenaje a los “mártires de
Chicago”, si bien fue día festivo en años posteriores.
El
1 de mayo de 1955, fagocitando una vez más toda festividad que se precie, la
iglesia católica, por medio de Eugenio Pacelli, conocido como Pío XII,
instituye la fiesta de “san José Obrero”, para que, según sus propias palabras,
«el humilde obrero de Nazaret, además de encarnar delante de Dios y de la
Iglesia la dignidad del obrero manual, sea también el próvido guardián de
vosotros y de vuestras familias». Huelgan (nunca mejor dicho) comentarios…
pues si Antonio, si eso es asi, es verdaderamente vergonzoso. Las sectas han de financiarse con dinero propio, no con el de todos los ciudadanos
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