Aún desayunando, he notado hoy una sombra
a mi espalda. Desde el primer momento, he adivinado quién era, pues lo conozco
por su peculiar respiración nasal, antes de romper a hablar. Nietzsche, sí,
Friedrich Nietzsche, su mirada fija en mis ojos, su bigote inconfundible. Me ha
estado acompañando durante toda la jornada, lo cual me produce siempre un
sosegado desasosiego interior.
“Escuchas
últimamente cantos de sirena”, me dice, “pues pulpos disfrazados de sirena dicen necesitarte porque precisan de personas
de una cierta cultura y conocedores del mundo educativo. Hoy comienzan las
rebajas, también las rebajas de la cultura. No olvides que este año recién
comenzado está preñado de montañas electorales que parirán ratones. Quizá por
eso te llaman y dicen necesitarte. Pregúntate a qué se refieren cuando te
hablan de cultura y de educación, porque así caerás en la cuenta del inmenso
equívoco en que ha caído el mundo en que vives. Por cultura entienden una
degeneración: un estar al corriente de todo lo que pasa y ocurre, saber
desenvolverte sobre cualquier tema en una tertulia, sin verdadera valoración de
lo que se dice y se piensa. Para poder decir algo con sentido es preciso tener
antes algo que decir. Y te requieren para que contribuyas a idear algo que
decir. Antonio, ten cuidado, te quieren
como póster, al margen del saber, del conocimiento y de la vivencia de la
realidad”.
Y continuó hablando Nietzsche: “Mira a todos esas personas, irresponsables
llamados ‘responsables’ y ‘dirigentes’ (dirigen solo hacia la autoaniquilación
del pueblo). Critican la caspa, cargados de caspa (1). Adolecen de la misma degeneración,
llevan encima las señales de esa degeneración. ¿Cómo puede valorarse
correctamente a las personas cultivadas (no necesariamente poseen títulos
universitarios) si se confunde cultura con erudición, educación con
instrucción? No se busca más que la algarabía donde más sabio es el que más
habla, el que más grita. ¡Cuántas veces te has desesperado entre tanto grito al
no poder expresar algo razonablemente sensato o, al menos, guardar silencio y
dejar reposar tu espíritu! Gritan tanto sobre todo para no tener que escucharse
a sí mismos. Pero no lo consiguen, se contemplan ante el espejo (desconocen
otra forma de mirada interior) y su grito se torna alarido. Por eso te buscan
algunas personas: quieren de ti el póster que les ayude a figurar en el grupo
político o cultural donde pretenden incluirte, incapaces de reconocer su mediocridad,
hombres de incultura degenerada, cosidos a su propia ignorancia, bárbaros,
esclavos del día, de las migajas de cargos, de poder, de colocación o de dinero,
ligados a la cadena del oportunismo, hambrientos, eternamente hambrientos de su
propio humo”.
(1) No estoy seguro de si Nietzsche
dijo “caspa” o “casta” o ambas.
Por primera vez, Friedrich Nietzsche se
acercó y me abrazó. “Quédate donde estás,
Antonio, este portal te abre a las estrellas de tu propia esencia, permanece
allí. Vendrán otros portales hasta el final de tu tiempo. Fuera de ellos solo
hay amargura”. Y se fue. No sé si fue cosa de mi imaginación, pero me
pareció que lloraba quedamente, como llora un anciano, cansado de vivir, que
aún añora lo que a raudales se le está escapando entre los dedos. Lágrimas dejó
también en mis ojos, pero sobre todo un infinito alivio, este alivio que ahora me
embarga-
Hoy hemos tenido la fortuna de volver a
estar juntas unas cuantas personas en el portal de la Consejera aragonesa de
Educación. Me permito destacar a Maite, que cada mañana me saluda y me anima
desde su balcón de Facebook, y a Carlos, profesor de historia en un instituto
zaragozano.
William James, al que tenía y sigo
teniendo como un interesante pensador y psicólogo estadounidense que cabalga
entre el XIX y el XX aparece de repente, saca una guitarra de su levita y se
pone a cantar:
Hasta
mañana
http://youtu.be/wY6-4GlX1ik
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