lunes, 18 de enero de 2016

Diario de un profeflauta motorizado, 634


            Según el informe anual de la ONG Oxfam Intermon presentado al Foro Económico de Davos, titulado "Una economía al servicio del 1%. Acabar con los privilegios y la concentración de poder para frenar la desigualdad extrema”, ofrece datos oídos y leídos año tras año, pero que al mismo tiempo ponen los pelos de punta a poco que se tenga algo de sensibilidad.

En muy resumidas cuentas son los siguientes:

1. Acaparamiento de riqueza que crece cada año, principalmente por la desviación de capitales a los paraísos fiscales que propicia que el 1% de la población no redistribuya su riqueza.
2. 62 personas poseen lo mismo que los 3.600 millones más pobres; es decir, la mitad más pobre del planeta acumula la misma riqueza que las 62 personas más ricas del mundo, con 1,76 billones de dólares. Este club cada vez es más selecto ya que en 2010 lo conformaban 388 personas. Los que se mantienen han disparado su patrimonio económico un 44%. En el lado contrario de la balanza, la mitad pobre redujo drásticamente su ya nimio poder económico un 41%.
3. La brecha de género: solo 55 mujeres entre las 500 personas más ricas
De las 500 personas de mayor patrimonio económico, 445 son hombres. Al mismo tiempo, las mujeres dedican al trabajo no remunerado hasta 2,5 veces más tiempo que los hombres.
4. La evasión fiscal se ha convertido en uno de los mecanismos más consolidados entre los más ricos para aumentar las desigualdades, eludiendo su dinero de las obligaciones impositivas a las que se deben enfrentar al trasladarlo a paraísos fiscales. Se estima que hasta el 8% del patrimonio financiero individual se encuentra oculto en los paraísos fiscales, a través del sector bancario y de las mayores empresas del mundo. El caso paradigmático es el de África, donde un tercio de la fortuna de los más ricos se encuentra alojado en paraísos fiscales, afectando directamente a la población de a pie que pierde más de 13.000 millones de euros anuales en ingresos fiscales. Para hacerse una idea, de reinvertir esta cantidad en sanidad y educación, cuatro millones de niños se salvarían de la muerte y se podrían contratar profesores como para dar cobertura a todos los chavales africanos. 
5. La disparidad salarial: directivos que cobran 400 veces más que sus empleados De hecho, en la Unión Europea el 9% de los trabajadores se encuentra en riesgo de pobreza, en una realidad que no ha parado de crecer en la última década. 
6. El 10% que menos tiene y que es golpeado por la pobreza, el hambre y la exclusión tan solo ha visto aumentar sus ingresos en unos tres dólares durante los últimos 25 años. A efectos prácticos, menos de un centavo anual, a lo que hay que sumar el aumento del coste de la vida. 
Existimos en este sistema político-económico todos los seres humanos que vivimos en la Tierra. Nos bombardean el cerebro predicando las bondades de ese sistema, de los mercados, de la libertad y la democracia. En realidad, se trata de un sistema que lleva la riqueza ilimitada a un 62 personas y la pobreza severa a 3.600 millones. Es un sistema que aumenta imparablemente la brecha social entre la minoría rica y la inmensa mayoría pobre. Es un sistema que dinamita los derechos y las libertades también en España mediante recortes salvajes al pueblo cuyo único objetivo es garantizar el pago a los acreedores (bancos y grandes empresas). Los trileros del eufemismo lo llaman “sacrificios” y “austeridad”.
Harto de que usen tan arteramente la palabra “austeridad”, acudo al Diccionario de la RAE, y me encuentro:
Austeridad: a) Cualidad de austero; b) Mortificación de los sentidos y pasiones.
Consulto entonces “austero”: a) Severo, rigurosamente ajustado a las normas de la moral; b) Sobrio, morigerado, sin excesos. En esa época, llevaba una vida austera, sin lujos; c) agrio, astringente y áspero al gusto; d) Retirado, mortificado y penitente.

Visto lo visto, extraigo la conclusión de que la austeridad de la que hablan es un eufemístico recurso lingüístico para comunicarnos que cada vez el pueblo tendrá menos e incluso menos posibilidades de reclamar y oponerse, en beneficio de los grandes bancos y las grandes empresas españolas, europeas y del mundo entero.  


Y principalmente la conclusión de que NO SOMOS ANTISISTEMA, SINO QUE EL SISTEMA ES ANTINOSOTROS.


Me declaro, pues, ANTISISTEMA.

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