Asistí
a uno de los primeros mítines del PSOE en una discoteca del barrio de Quintana
(Ciudad Lineal, Madrid). Por entonces, yo militaba en el PCE, y me quedé
sorprendido por las ardientes y revolucionarias consignas que lanzaban aquellos
recién simpatizantes y recién militantes socialistas (brotaban como las setas y
al son de la canción infantil “al olor de las sardinas el gato ha resucitado,
marramiau, miau, miau”).
Pocos
semanas antes, en una huelga que se estaba preparando –aún con el sindicato
vertical vigente- en el sector Actividades Diversas al que pertenecían las
empresas de ingeniería, donde en una de ellas yo trabajaba), surgió de repente un
muchacho joven, que se presentó como militante de la UGT, hablando en la
asamblea sobre la Huelga General. Nos quedamos atónitos. En 1973, un Tribunal
de Orden Público franquista había condenado a prisión a toda la Dirección de
Comisiones Obreras, y tres años después aparecía (con todo su ardor y candor, y
al mismo olor de las sardinas, libre ya de la quema de la dictadura directa
franquista) un muchacho de la UGT predicando la Huelga General, de la que tenía
noticias a través de algún libro. Ese mismo prometedor olor, más unas
sustanciosas inyecciones de marcos alemanes, dólares plurinacionales (je, je,
je) y coronas suecas, habían cuajado en 1974 en el Congreso de Suresnes.
Como
consecuencia de todo ello, en 1982 González y el PSOE ganaron las elecciones
generales, con las palabras mágicas “Cambio”, “Progreso” y “500.000 puestos de
trabajo”. Hizo cosas buenas, y además no tomaron una sola medida sin la
anuencia de la banca, la iglesia y ejército, en 1986 fuimos metidos en la
Comunidad Económica Europea (aún se llamaban las cosas por su nombre), tuvimos
noticias de Filesa y de la financiación ilegal del partido socialista, en 1986
fuimos embutidos en la OTAN mediante un truco publicitario parecido al trile de
los trileros, borraron de sus Estatutos cualquier alusión al “marxismo”, menudearon
los casos de corrupción y se medio descubrió actos del Terrorismo de Estado
organizado, sin haberse despejado jamás la incógnita X. Inmersos en un proceso
de incoherencia y cínico pragmatismo que dura hasta nuestros días, iniciaron el
proceso de privatizaciones de empresas como Telefónica, Endesa, Repsol. Argentaria
o Tabacalera.
González
recibió en 2014 la nacionalidad colombiana por ser “un ser extraordinario”,
según declaró el presidente colombiano Juan Manuel Santos. Hasta el año pasado,
ha formado parte del Consejo de Administración de Gas Natural Fenosa, en 2009
fue elegido presidente del Consejo de Participación del Parque
nacional y natural de Doñana, lo que fue criticado por algunas organizaciones
como las ecologistas que no querían que se concediera un cargo de
responsabilidad en un espacio protegido a un señor pronuclear. En julio de
2012, la asociación Ecologistas en Acción pidió públicamente a Felipe González
que dejase el Consejo de Doñana, ante sus repetidas faltas a las reuniones.
Recientemente, ha lanzado en una entrevista un furibundo ataque a Podemos
(“leninismo 3.0”), coincidiendo en el contenido y en las fechas con su otrora
contrincante José María Aznar, para pedir al PSOE de Pedro Sánchez
que deje gobernar al PP. Omitiré muchos otros datos y detalles, al no
pertenecer a ninguna plantilla de publicación amarilla o rosa.
Para terminar, Rosa María Artal
describe magistralmente en su artículo Felipe
González, último rugido, al Felipe González de nuestros días, el Felipe
que, codo con codo con Aznar, pretende pontificar actualmente sobre quién debe
gobernar o no en España.
“¿Alguien
ha escuchado a Felipe González, tan preocupado por la pobre Venezuela, criticar
el récord de venta de armas de España a Arabia Saudí? Pues esa dictadura,
ésta sí lo es, ejecuta opositores y los decapita. Y existen fundadas sospechas
de que financia el yihadismo más extremista, el que acaba cometiendo atentados
o expulsando a seres humanos de sus casas. ¿Le hemos oído algo de esos mismos
refugiados que produce la barbarie, a los que encierran, marcan, confiscan sus
bienes, o dejan morir de hambre y de frío en Europa?
¿Ha
criticado siquiera una vez Felipe González las brutales desigualdades que ha
creado el PP, los 14 millones de españoles en el umbral de la pobreza, el
tercio de los niños que ya viven en la precariedad, los que solo hacen una
comida decente en el colegio? No, pide que se le deje seguir gobernando.
¿Ha dicho
media palabra al menos de los desahuciados de sus casas, de los parados, del
trabajo miseria que crea la Reforma Laboral del PP, de los recortes tan
precisos en ideología neoliberal, de la merma de libertades, del autoritarismo?
¿Ha pedido se deroguen las leyes Mordaza? No, quiere que siga el PP con la
abstención de su propio partido.
¿Y de la
corrupción? ¿Ha expresado algún resquemor Felipe González por mandar que siga
gobernando un PP con estos mimbres?
¿Ha
mencionado la soberbia gestión económica del PP con el mayor aumento de Deuda
Pública en un siglo? ¿Nos ha alertado de que la UE, ahora, dice que es un
gravísimo problema y hay que hacer ajustes fiscales que es como llaman a la
tijera? ¿Algo sobre el saqueo a la hucha de las pensiones?
Una
España sobrecogida por la corrupción, una Europa que se dirige ciegamente al
fascismo y al más descarnado egoísmo, distrae su atención con las maniobras de
Felipe González. Pero no tanto como esperaba. Hay otra España más instruida
-que probablemente sus políticas contribuyeron a formar-, que prescinde de él
por completo.
Felipe
fue muy querido, casi venerado. Hoy parece rugir desde una jaula de oro en la
que voluntariamente entró. Tan alejada de la sociedad que ni le oyen. Sin duda,
le compensan sus beneficios. Ha dejado tanto prestigio aparcado, que muchos
deben ser”.
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