Publicado hoy en El Periódico de Aragón
Alguno que otro aún se preguntará que habrá sido de esas tres bolsas de
plástico negras que contenían 1,5 millones de euros en billetes de 500 y que
mediante algún portento divino o
humano fueron mutando en 1,2 millones a las pocas horas y en 450.000
euros al día siguiente. La pregunta no interpela solo a las moradoras del
monasterio cisterciense de Zaragoza, poseedoras del dinero, sino sobre todo a
las posibles pesquisas, diligencias e investigaciones que la policía, la
inspección de Hacienda y la fiscalía deberán de estar realizando sobre el
asunto. Y a los medios de comunicación. La cosa es que tras su efervescencia
inicial, como nada se ha vuelto a saber y la noticia se ha esfumado, desconozco
si ello se debe al vertiginoso devenir de las noticias en la sociedad en que
vivimos o más bien a los desvelos de algunos por que algunos eventos queden
enterrados en el monte del olvido.
El mayor riesgo de tanto fulgor fugaz y tanta amnesia posterior de una
noticia es que la valoración de la vida y del mundo puede quedar diluida en el
baúl colectivo de lo que la “opinión pública” sitúa como importante o ya pasado
de moda. Por ejemplo, que seis de los diez imputados del PP en Madrid por lo
que Esperanza Aguirre calificó de
“tonterías” (prevaricación, malversación, tráfico de influencias…) hayan
logrado la alcaldía (la Comunidad Valenciana de Camps desborda cualquier tratamiento serio y decente). O que Carlos Fabra deje la Diputación
conservando el sueldo, coche oficial, chófer y guardaespaldas, y pase a cobrar
90.000 euros anuales de la Cámara de Comercio de Castellón. El común
denominador de estos y otros muchos hechos similares, incluidas las bolsas de
plástico negras, es que al ciudadano solo le restan las preguntas, la
impotencia y la indignación.
Seguramente, Luisa Fernanda Rudi
será la próxima Presidenta de Aragón. Independientemente de lo que diga y haga
durante su mandato, resultará intrincado pasar por alto que en plena campaña
electoral, desde el lema “gobernaré para todos”, boicoteó a EL PERIÓDICO DE
ARAGÓN, no concediendo entrevistas ni publicidad de campaña, por “discrepancias
con la línea editorial”. Su postura solo tiene un nombre y revela un talante
que da miedo y está poco sujeto a interpretaciones. No se trata de parapetarse
tras el muro de la revancha y la animosidad, sino de recordar el talante
definitorio de una persona con responsabilidades públicas de primer orden, el
hilo conductor que conecta su ideario y sus actuaciones políticas.
Rueda y rueda la piedra de Sísifo arriba y abajo de la montaña, sin rumbo
y sin criterio. En una semana los socialistas, sin digerir uno solo de los
amargos bocados que han debido tragarse por deméritos propios, han pasado de
una estrepitosa derrota electoral, al dilema congreso-primarias, la renuncia de
Chacón y la entronización
dedocrática de Rubalcaba. Sin
embargo, al hablar de cambio no dicen qué y hacia dónde quieren cambiar, y
cuando hablan de ganar solo parecen referirse a las elecciones, obviando qué
quieren hacer si las ganaren, dado la espalda, una vez más, a la ciudadanía. Es
decir, el eterno retorno del mismo discurso, la misma miopía, el mismo autismo
político.
Entretanto, se crea una comisión para decidir cómo hacer del Valle de los
Caídos un “lugar democrático de reconciliación”, cuando Auschwitz o Dachau
jamás han pretendido ser lugares democráticos ni reconciliar a nadie, sino solo
recordar el horror y denunciar el crimen. A Rouco Varela solo se le ocurre decir sobre los acampados del 15M y
sus reivindicaciones que “no hay cosa más económica que rezar" y que
“tienen problemas con sus almas”, disintiendo así del consejero de Interior de
la Generalitat, Felip Puig, que
comandó el desalojo violento de los acampados en Plaza de Cataluña escudándose
en hipócritas razones higiénico-sanitarias. Fukushima ha dejado de existir y Netanyahu rechaza el plan de paz
propuesto por Obama, contraviniendo
una vez más las resoluciones de la ONU, sacando también a la luz la espinosa
cuestión de quién manda realmente en Naciones Unidas y en el mundo. En medio de
esta bruma amnésica, una mujer es detenida por conducir en Arabia Saudí, allí
donde no bombardea la OTAN ni urden los “aliados” nuevos planes de guerras
preventivas para defender los derechos humanos. Por su parte, Belloch toma diariamente dos tazas del
caldo que antaño no quería y ya no invoca a su dios para que impida un
tripartito de izquierdas en el ayuntamiento zaragozano.
Mientras, Brecht clama en el
desierto: “No os dejéis consolar.
Vuestro tiempo no es mucho”. Al escucharlo, muchos amnésicos le responden,
divertidos, que no necesitan consuelo porque las gaviotas prometen un futuro
mejor y las rosas ya han brotado también en fase de tiernos capullos.
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