lunes, 27 de junio de 2011

La CEOE se mete en camisa de once varas

Publicado en Andalán http://www.andalan.es/?p=4807
Un axioma indiscutible en el mundo occidental desde hace muchos siglos es el de la superioridad de la raza blanca. Desde ese supuesto se han exterminado pueblos, conquistado a sangre y fuego países y continentes, despreciado como “bárbaro” e “inferior” todo lo ajeno. Al supuesto inferior se le ha esquilmado, torturado, asesinado, explotado y vejado hasta el límite… también en nuestros días.
Los blancos civilizados metieron en las bodegas más putrefactas de su barcos a negros africanos para que trabajaran en sus campos a cambio de nada. Los blancos cristianos no querían verlos  ni tocarlos, pues contaminaban, salvo para abusar y violar a sus mujeres. Les prohibieron aprender a leer y escribir bajo castigos severísimos, incluida en algunos casos la pena de muerte: cuánto más ignorantes fueran esos “salvajes” más carne fácil de explotación serían.
Incluso entrado ya el siglo XX, los negros norteamericanos, por ejemplo, no podían subir a los autobuses ni entrar en los restaurantes, iglesias o escuelas de los blancos, pero eran los primeros en engrosar las filas de los soldados rasos que iban a ser colocados en los puestos más cercanos a la muerte. Allí, estallada la Segunda Guerra Mundial o la Guerra de Corea, tenían que responder un cuestionario del Ejército y contestar las preguntas de un test estándar para todos los soldados. A la vista de los resultados, las cabezas presuntamente pensantes del Ejército dieron a conocer los datos a unos presuntos psicólogos, que concluyeron rápidamente que los negros eran intelectualmente inferiores a los blancos. Al parecer, no se percataron, o quisieron pasar por alto, que buena parte de esos negros habían pisado poco o nada una escuela y mucho menos habían cursado estudios medios o superiores. Simplemente, proclamaron a los cuatro vientos que las respuestas de los negros (a las preguntas de los blancos) denotaban un nivel muy inferior a las respuestas de los blancos a las preguntas de los blancos. El historial, el medio social, el lenguaje empleado, los esquemas culturales de su entorno, sus patrones y pautas mentales habituales carecían, al parecer, de interés. Interesaba ante todo y sobre todo la “científica” (=avalada por los datos y los cuestionarios de los blancos) teoría de que los blancos son superiores también intelectualmente a los negros.
Hace unos días, el empresariado español, vía su CEOE, ha afirmado una sandez similar: el éxito escolar está en los genes. Lleva la psicología más de un siglo debatiendo el asunto de si las distintas capacidades y rendimientos escolares/intelectuales se deben básicamente a factores hereditario/genéticos o a factores ambientales/educativos previos. Cada investigador que se ha metido en este polémico jardín ha esgrimido datos, estudios y experimentos que avalan su postura, hasta que otro investigador ha aportado otros datos, experimentos y estudios que avalan la tesis contraria. Pues bien, la CEOE, ni corta ni perezosa, pretende zanjar definitivamente la cuestión: la herencia genética pesa más en el rendimiento escolar de un alumno que su entorno socioeconómico. Y quien se pregunte a qué viene esta incursión empresarial en el debate psicológico tiene una respuesta clara y precisa: los empresarios hispanos tienen en su zapato la piedra del gasto en educación, por lo que –al igual que hacen en sanidad- exigen el “cheque escolar”. En otras palabras, dado que para ellos la importancia de los genes es “sustantiva” a la hora de tener éxito escolar, los malos y mediocres estudiantes, genéticamente poco dotados, no pueden estar incrementando con su medianía y sus fracasos el gasto educativo. Las familias de los buenos estudiantes, principalmente de clase media y alta, pagan sus colegios (privados) sin rechistar. Los malos estudiantes deben al menos pagar parte de los costes de su fracaso. Antes, los niños blancos eran superiores a los niños negros. Ahora, los niños con genes intelectuales de primera calidad se acercan a los niños que moran en el Eldorado del Informe Pisa y en las aspiraciones productivas de la CEOE. Los niños de la CEOE son intelectualmente superiores en sus genes al resto de niños no-CEOE. Es de esperar que las facultades punteras en investigaciones psicológicas del mundo tomen buena nota de estos hallazgos psicológico-genéticos del empresariado español. De momento, Esperanza Aguirre se ha sentido muy confortada a la vista de tales resultados en su infatigable afán privatizador de la enseñanza y de cuanto se le ponga por delante.
La CEOE da un paso más en su labor investigadora en educación: como la mujer ha osado salir de su casa y de  las labores propias de su sexo, y tiene ahora que compatibilizar su actividad profesional docente con las tareas del hogar, se ha perpetrado el desmán de primar “las reducciones de jornada y la introducción de la jornada continua por encima del salario”. O sea, que las mujeres regresen a su cocina y a su bolsa de la compra. O que cobren menos.
Y en la misma línea de progreso social, le parece de perlas a la CEOE que para mejorar la calidad educativa deben competir entre sí los centros públicos y los concertados, si bien queda implícito que la pública debe seguir quedándose con el alumnado proveniente de familias inmigrantes con otras culturas y costumbres, con los díscolos, poco predispuestos a estudiar y, en definitiva, con los alumnos cuyos genes no den mucho de sí a la hora de rendir escolarmente. 
Por último, como los señores de la CEOE son eminentemente pragmáticos, insisten en recordarnos a todos la necesidad de implantar el cheque escolar, que se entregaría a las familias para sufragar el gasto de la escuela que elijan y que por tanto favorecería a las más demandadas (¿adivinan cuáles?).
Desde los visigodos estamos aguantando a toda esta gente interesada y  bienpensante, disfrazada de clerecía, soldadesca, terratenientes, emprendedores, ignorantes y vagos en general.  ¿Hasta cuándo?

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