El Ministerio de Educación quiere más horas de lenguas (española y
extranjera), matemáticas y ciencias. Wert sigue llamándolas “instrumentales”, si
bien no aclara de qué son instrumentales (si lo supiera incurriría en una sarta
de oxímoron y pleonasmos). Afirma también que otras asignaturas de pocas horas
lectivas y –según él- menor relevancia “distraen”. Al parecer, es importante la
“distracción” para el ministro: defiende los colegios del Opus con alumnado de
un solo sexo (dice que así se distraen menos en el aula) y las asignaturas
tradicionalmente denominadas “troncales”, a las que adjudica el mismo poder
cuasi taumatúrgico-antidistractivo.
El alumnado de Primaria y Secundaria tienen, por ejemplo, tres y cuatro
horas semanales de inglés, lengua castellana y matemáticas. Y los resultados
son deficientes, según el baremo empleado en la OCDE y similares. El sentido
común parecería indicar que lo primero que habría que analizar es qué pasa
entonces dentro del aula para que después de un montón de años apenas sepan
expresarse en inglés, el mundo adulto se rasgue las vestiduras porque los
jóvenes no leen, cometen faltas de ortografía y muestran poca comprensión
lectora y las matemáticas se conviertan a medida que cumplen años en algo que
no se entiende, pero se teme, se suspende y se odia, con el consiguiente quebranto
del bolsillo de las familias, que deben contratar a un profesor particular o
inscribir al hijo o a la hija en una academia vespertina.
El sentido común de Wert y sus adláteres parece ser muy poco común. Se
deja asesorar por lo más granado del nacionaltradicionalismo hispano (como
botón de muestra, la Asociación Nacional de Catedráticos de Bachillerato
–ANCABA) y por la más determinante de las nostalgias del pasado, culposamente ignorante
además de la realidad: en el inicio de la democracia española había un 10% de
niños de 6 a 11 años todavía no escolarizados. De los 12 a los 14 años,
solamente un 65% iba a la escuela, y casi dos tercios de los jóvenes de entre
15 y 16 años no seguían estudios secundarios postobligatorios. En el año 1980,
la cuarta parte de la población mayor de 16 años era analfabeta funcional o
carecía de estudios.
Wert y el PP confunden la enseñanza con la educación. Wert y el PP están
dejando al país como un erial.
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