miércoles, 25 de marzo de 2015

Andalucía canta por peteneras



 ARTICULO PUBLICADO HOY EN EL HUFFINGTON POST 

Andalucía ha salido por peteneras de las elecciones, pero canta también por peteneras cuando y donde ha querido. Como es habitual tras unas elecciones, sesudos analistas bucean en el alcance de los resultados y cada uno de los representantes de los grupos políticos hace encaje de bolillos para demostrar que no ha perdido. Y entretanto el pueblo canta y baila peteneras.

La petenera es un palo flamenco que no recibe el pueblo en su espalda, sino que se canta con entereza y melancolía. El pueblo andaluz lleva siglos soportando en su espinazo los golpes del señorito y de los amigos de los amigos del señorito, pero ahora esgrime ante las narices de esos señoritos el palo que se canta y se baila, y otras suertes más de palos, por si las moscas. El pueblo andaluz baila y canta los palos que le apetece (fandangos, alegrías, sevillanas, bulerías…) y a cada paso y cada estrofa se fortalece su dignidad.

Ciertamente, algunos foráneos no entendemos que el partido más votado haya sido el que más se ha movido en aguas corruptas, el que ha perpetrado el EREgate, vinculado a las entrañas mismas del Gobierno andaluz, con falsas prejubilaciones, ayudas fraudulentas a empresas y comisiones hipertrofiadas a abogados, sindicalistas y a todo bicho viviente, lo cual ha supuesto un fraude total de 136 a 152 millones de euros. Andalucía ha votado lo que ha querido y el 35, 93% de los votantes han dado al partido socialista de Susana Díaz Pacheco el 43% de los diputados (milagros de san Víctor D’Hont), a pesar de que el pueblo andaluz ha estado contemplando durante los últimos años que cinco aforados, entre ellos Griñán y Chaves, los dos últimos ex presidentes socialistas de Andalucía, están imputados por el Tribunal Supremo en el caso de los ERE, a los que hay que añadir 266 implicados más. A pesar de los pesares…

La Niña de los Peines sale de su tumba y canta, muy honda, su petenera

Quisiera yo renegar
de este mundo por entero,
volver de nuevo a habitar
¡madre de mi corazón!
volver de nuevo a habitar,
por ver si en un mundo nuevo
por ver si en un mundo nuevo
encontraba más verdad.

El candidato del PP, Moreno Bonilla, intenta llevar el ritmo con las grandes tijeras de recortar de su partido, y miles de militantes de IU y UPyD palmean con sentimiento el cantar de La Niña de los Peines. Los militantes de Podemos celebran haber llegado tan pronto al metro ochenta de altura mientras embadurnan su cara con la esperanza de que desaparezcan de ella los granos de la pubertad. Bosteza el 36,06% de los andaluces que no ha votado. Y doña Susana, disfrazada de Reina de los Mares del Sur, afirma ahora que gobernará en solitario y que ha devuelto el billete de AVE Club que lleva a la madrileña calle de Ferraz.

Retumba la voz de un ángel apocalíptico y todos callan y escuchan:  

“He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, que dice esto: 
Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! 
Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. 
Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. 
Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. 

Ante un mensaje tan lúgubre, apuntado directamente contra tanta palabrería y amnesia colectiva, Lorca rasguea las seis cuerdas de una guitarra y canta su Muerte de la Petenera

En la casa blanca muere
la perdición de los hombres.

Cien jacas caracolean.
Sus jinetes están muertos.

Bajo las estremecidas
estrellas de los velones,
su falda de moaré tiembla
entre sus muslos de cobre.

Cien jacas caracolean.
Sus jinetes están muertos.

Largas sombras afiladas
vienen del turbio horizonte,
y el bordón de una guitarra
se rompe.

Cien jacas caracolean.
Sus jinetes están muertos.

En aquellos mismos instantes observé que Blas Infante reía y lloraba amargamente a la vez.






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