miércoles, 5 de junio de 2013

Diario de un perroflauta motorizado, 3


Día algo plomizo. Cada vez los días se parecen más entre sí. Hora y media viendo personas que miran, salvo excepciones, de soslayo el mensaje del cartel.
A las 12 del mediodía suena el himno “Bendita y Alabada”, himno del Pilar, desde la Plaza hasta bastante más allá del centro de la ciudad. Hace años, cuando coordinaba el Movimiento hacia un Estado Laico (MHUEL) solicitamos oficialmente al Ayuntamiento que no sonase más el himno, salvo dentro de la basílica, pues los lugares públicos son de toda la ciudadanía y no hay razón para imponer a todas y a todos con independencia de su credo o ideología un himno confesional. Se armó un tremendo escándalo, resultamos proscritos y el himno siguió sonando por el empeño y el fervor del Consistorio zaragozano, con su alcalde Juan Alberto Belloch a la cabeza. Ahora, oigo –no escucho- el Bendita y Alabada, y no puedo menos que sonreírme con cierta amargura: es un signo de cómo va el país, de la caspa centenaria que porta en sus espaldas.
Hacia las 12,20 del mediodía, una pareja joven pasó cerca de mí. Llevaban en un cochecito a una niña de unos dos años y medio, que al cruzarse conmigo y con mi silla me pareció muy seria. La saludé con voz muy queda. ·”Hola”, le dije despacito. Y ella me regaló la más preciosa de las sonrisas.
Volví a casa mientras escuchaba U2 y con el recuerdo maravilloso de aquella niña.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si lo deseas, puedes hacer el comentario que consideres oportuno.