Frío.
Hoy sin fotos (de tanto hablar, nos hemos olvidado de hacer alguna). La mayor
novedad es que Javier ha traído un soporte con patas para carteles que me
parece de lo más eficaz para que lo miren los viandantes sin reparo. ¡Lástima
de foto! Pongo alguna otra, de rabiosa actualidad
La comparecencia de testigos en la Delegación
del Gobierno está cercana. Mañana, dilucidaré varias cuestiones con personas
que saben sobre estos asuntos.
Por
otro lado, le estoy dando estos días vueltas y vueltas en mi cabeza a
planteamientos de cartón y trapo. Conozco personas, admirables, que ponen todo
su empeño en descubrir escuelas y centros educativos compuestos por padres,
profesorado y niñ@s tan inocentes como cualquier otr@ “donde el aprendizaje es juego,
emoción, descubrimiento, placer”. Hay muy pocas escuelas de este tipo y están
al margen de la realidad cruda de la escuela (urbana y rural) adonde acude la
mayoría de l@s niñ@s.
En segundo lugar, conozco personas, admirables, que dedican honestamente
sus vidas a la enseñanza en la escuela pública, urbana y rural, donde a veces
los niños se hacinan, el profesorado escasea y las familias están
desestructuradas o provienen en su mayoría de países lejanos y diversos. Baste
como botón de muestra (mi amigo Jorge me cuenta a menudo situaciones parecidas)
lo que ya en el Diario de ayer dejé escrito, obra de Oiane, que sin duda será
una muy buena profesora cuando pueda y la deje este sistema irracional de
adjudicación de plazas:
“El colegio público
Santo Domingo cuenta con 182 alumnos repartidos entre Infantil y Primaria, de
dieciséis nacionalidades diferentes. El porcentaje de inmigración es muy alto,
hay un 45% de alumnos de origen africano, 17,3% de etnia gitana, 11,7% de
origen europeo, 11% de etnia gitana portuguesa, 8,4% hispanoamericanos y 1,7%
de origen asiático.
En el reportaje se
plasma que muchas de las familias que acuden al centro presentan carencias
económicas, por lo que el colegio pide numerosas ayudas y subvenciones, por
ejemplo, para el material curricular y para el comedor. A su vez, tienen
numerosos programas y planes que fomentan la educación inclusiva: el Programa
de Educación compensatoria, que tiene entre sus objetivos agilizar el
aprendizaje del español, prestar ayuda directa a los padres, tramitar recursos
y ayudas para las familias que lo solicitan, etc. El Programa de Prevención del
absentismo escolar, el plan de refuerzo, orientación y apoyo (proa) para
centros públicos y el Programa de Educación para la Salud que se encarga de
mejorar la salud integral, física, mental, y el bienestar de los alumnos”.
Hay personas, en fin, que llevan a sus hijos a colegios
privados (desgraciadamente, aún concertados) donde se garantiza a los papás del
alumnado que no se mezclarán con otros niñ@s indeseables (aunque en sus centros
siempre haya alguno de etnia, país o raza distinta, para tapar bocas y para
salvar las apariencias).
Me interesa mucho la problemática surgida de estos tres
sectores, pero donde me siento concernido hasta los huesos, donde el Estado
debe volcar todos sus medios es en el segundo ámbito. Dejemos que los ángeles
eduquen a sus ángeles (1º) y dejemos que los muertos eduquen a los hijos de los
temerosos que sufren en silencio desde el nacimiento las hemorroides de sus
mentes (3º). La educación y la enseñanza debe centrarse, repito, en la escuela
pública, de todos y para todos, cada vez más atacada, desvencijada, pero de la
que depende el futuro real y concreto de muchos millones de personas.
Esta música es deliciosa:
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