23 de septiembre de
2014, día lluvioso en mi ciudad, el Presidente Mariano Rajoy anuncia la
retirada de la ley del aborto “por falta de consenso” (1) (como si alguna vez desde el inicio de su
mandato le hubiese importado una higa alcanzar o no alcanzar consenso para
aprobar e imponer leyes y decretos ley mediante su mayoría absoluta). 17 de
octubre de 2009, sábado soleado en la capital del reino, una gran multitud se
manifestaba contra la ampliación de la ley de supuestos de 1985 por una ley de
plazos que declara el derecho de la mujer a decidir y no la abandona en la
inseguridad y la incertidumbre jurídicas). Allí se dieron cita, entre otros
muchos, Aznar (que justificó su presencia porque está “a favor de la vida”), Aguirre,
Cospedal y medio centenar de diputados y senadores del PP “a título personal”,
flanqueados y bendecidos por obispos y arzobispos. Como botón de muestra, buena
pescadora en río revuelto, la por entonces secretaria
general del PP y presidenta del partido en Castilla-La Mancha, María Dolores de
Cospedal, llegaba a decir en la primavera de 2010 que "algunas actitudes
de personas muy destacadas del Gobierno (socialista) de España están poniendo
en riesgo a la democracia". (2)
Pidieron al Gobierno de
su denostado ZP que escuchase “el clamor de la calle”, y corearon lindezas
tales como “España unida, lucha por la vida” o simplezas argumentativas como “vida
sí, aborto no”. Días antes, la Conferencia Episcopal Española había declarado
que “un país que mata a los suyos es un país sin futuro”. Políticos y clérigos
olvidaban conscientemente que, mientras los grupos ultra convocantes y los
manifestantes exigían la abolición del aborto, según sus propios datos durante
los ocho años de mandato de Aznar (1996-2004) se habían producido 500.000
abortos y, sin embargo, ni se había tocado la ley de 1985 ni salieron a la
calle a manifestarse.
Desde 2011 hemos
vivido bajo la espada de Damocles de la ley sobre el aborto del malogrado ex ministro
de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, hemos padecido las declaraciones y
sermones eclesiásticos de unos cuantos obispos que manifestaban sus obsesiones
cíclicas, siempre sexuales, sobre el aborto y la homosexualidad, pero apenas ha
sido rozado el Gobierno del PP por la jerarquía católica, los grupos pro-vida y
otros grupos análogos. Imagino por un momento que hubiese sido ZP quien
realizara el flagrante timo del tocomocho efectuado por Rajoy de retirar una
ley acorde con las presiones del ultramontanismo hispano y anunciara, a cambio,
un Plan de Protección de la Familia para finales de año. En tal caso, se habría
desatado de inmediato el Armagedón.
Así las cosas, ¿los
obispos católicos y la España reaccionaria volverán a convocar manifestaciones
multitudinarias, fletarán autobuses, invocarán el “clamor de la calle” para
abolir la vigente ley 2/2010 de salud sexual y
reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo?¿Veremos vilipendiados y duramente
censurados en la calle al Presidente, a los ministros del actual Gobierno del
Partido Popular, y otros muchos de sus dirigentes? ¿Seguirán “aconsejando” en
hojas parroquiales, alocuciones episcopales y cartas pastorales votar a
aquellos partidos “que defienden la vida” y no votar a los que mantienen la
actual ley del aborto? ¿Qué nuevos subterfugios y artificios tendrán que
inventar para seguir incitando a su rebaño a votar al PP?
Hace unos años, el admirado Forges publicaba una
viñeta donde dos paseantes comentan las noticias de la prensa. Uno lee: “El
Vaticano lanza los 10 mandamiento para los conductores”. El otro comenta:
“Stupendo, ¿y los 10 de los banqueros? Por ejemplo”. Y es que bajo el disfraz
de moralidad, se ocultan la hipocresía y los intereses creados de sus voceros.
Tras los fuegos de artificio de los lemas populistas, queda oculta la cruda
verdad de los hechos. Si los obispos y los grupos tradicionalmente más montaraces
se oponen al aborto, que lo hagan siempre, con la misma fuerza y los mismos
decibelios. Y de paso, que no omitan que las grandes empresas y fortunas españolas
han llevado a esta tragedia humana y ciudadana, a esta estafa mundial, llamada
eufemísticamente “crisis económica”.
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