PUBLICADO EL 22 DE SEPTIEMBRE EN HUFFINGTON POST
Quisiera que en mi
país no hubiese héroes, que nadie descollase entre la población por sus hazañas
o virtudes, pues todos ya estamos siendo y haciendo lo que debemos ser y hacer.
Famoso fue, por ejemplo, hace año y medio un bombero que se negó a colaborar en
el desahucio de una anciana de A Coruña. En el fondo, se negó a atentar contra
el derecho de todo ser humano a una vivienda digna, tal como proclaman el artículo 25.1 de la Carta Universal
de la ONU y el artículo 47 de
la Constitución Española de 1978. Pero si todos los bomberos
gallegos, españoles y del mundo hiciesen lo mismo que ese bombero, Roberto
Rivas, es decir, dar preferencia a su conciencia frente a las "órdenes
recibidas", no habría más héroes bomberos o de cualquier otro tipo, y mi
país funcionaría de maravilla.
Según la
Subdelegación del Gobierno, aquel bombero alteró el "orden público"
al negarse a cortar una cadena que impedía la entrada a la vivienda de la
anciana desahuciada, por lo que se le impuso una multa de 600 euros y se le
llevó al banquillo de los acusados. Pero si la población española se preguntara
entonces de qué le sirve un "orden" que priva de uno de los derechos
fundamentales (y obrara en consecuencia), mi país iría como una seda.
Sueño con que un día
no muy lejano el Cuerpo de Bomberos y los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del
Estado y los funcionarios públicos y toda la ciudadanía en general antepongan
los derechos fundamentales a las leyes y normativas dirigidas a lesionar tales
derechos, y no renieguen de su conciencia ética frente a unas normativas y unas
leyes que benefician primordialmente a los intereses de las grandes fortunas y
las grandes empresas.
Cuentan las crónicas
que al llegar el día de la vista del juicio de aquel bombero de A Coruña, se
congregaron en el Juzgado portavoces, viceportavoces, concejales y
personalidades políticas de la ciudad apoyando al bombero sancionado y pugnando
quizá también por salir en las fotos de portada y en las primeras noticias de
los telediarios nacionales y locales. Sin embargo, quedaban lejos de allí las
lágrimas, la desesperación y los suicidios de otros miles de damnificados por
desahucio y de las víctimas de la sordomuda indiferencia de la maquinaria legal
y gubernamental.
He asistido a
vergonzantes juicios en los que la maquinaria del sistema tritura hasta el
último hueso de víctimas indefensas. Por ejemplo, un juicio por denuncia de un
hipercorpulento policía local, presuntamente lesionado (varias semanas de baja)
por un minúsculo inmigrante de unos cuarenta y muchos años y de apenas
cincuenta y pocos kilos, que un mediodía, al llegar a casa, vio todos sus
enseres en la calle y su casa cerrada a cal y canto por cumplimiento de un
desahucio. Aquel pobre hombre subsahariano acabó multado y en la calle, con la
única compañía de sus compañeros de Stop Desahucios, y la lacerante ausencia de
unos supuestos representantes políticos locales y autonómicos (que minutos
antes habían hecho declaraciones a la prensa, fotos incluidas, y se habían
largado raudamente después por donde habían venido, en cuanto desaparecieron
los medios).
Dicen que dijo Nelson
Mandela que "los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sacrificarlo
todo por la libertad de su pueblo", y de esa clase de líderes solo restan
los vestigios históricos de algunas personas que lucharon incondicionalmente
por los derechos de la gente en el pasado. Por consiguiente, sueño igualmente
con que en mi país no haya un solo héroe político porque todos y cada uno de
ellos se dedican a luchar denodadamente, día y noche, a salvaguardar y fomentar
los derechos y las libertades fundamentales de la gente que les ha votado y que
les paga para ello con el poco dinero que aún les resta.
Hoy,
lamentablemente, casi todos los dirigentes están medio aletargados o totalmente
adormecidos entre los plácidos engranajes del sistema. No basta decirse de izquierdas,
sino encabezar activamente los movimientos y las luchas diarias para oponerse
al desmantelamiento de los derechos y las libertades que aún restan a la
ciudadanía. No basta "apoyar" mediante una nota escrita las protestas
y las acciones de la ciudadanía que combate y que sufre, sino también estar y
luchar incondicionalmente con el pueblo a pie de calle, y no solo a pie de
alguna pancarta de relumbre con el fin de que los medios dejen constancia de su
imagen y de su nombre.
No obstante, sin duda quedan héroes en mi país. Entre otros, conozco a
tres: Diana, Diego y Jara, con quienes tú también puedes contactar fácilmente en el portal de Internet esto no es una escuela e incluso,
si quieres, mandarles un abrazo.
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