Se han acabado en la calle Alfonso casi todos los ruidos,
aunque no las obras.
Mariví y Carlos han podido hoy verse y hablar en el
hospital. Nos alegramos muchísimo de la noticia. Las personas comparecientes en
la Delegación del Gobierno van contando que todo transcurre con normalidad.
Juan José Maicas me envió ayer un texto/noticia
realmente precioso, que quiero dar a conocer aquí, pues constituye un buen
ejemplo del buen hacer y el buen vivir:
"No es que fuera un indeseable, pues
pasé alguna noche en los calabozos de la policía franquista y llevo casi toda
la vida conspirando contra el poder. Ni los cambios que vengo haciendo en mi
vida se pueden calificar de revolucionarios. Pero llevo años oyendo a la casta
hablar de regeneración democrática sin que hayan dado un primer paso. Este
breve relato solo intenta mostrar algunas cosas que la gente del común podemos
hacer sin mucho esfuerzo.
Lo último ha sido afiliarme a Podemos,
cuota incluida, y participar en Ganemos. Y mi primera decisión de cierta
importancia fue mi alejamiento de IU tras comprobar el desprecio de la mayoría
de sus dirigentes hacia el 15 M, allá en 2011. Sus cambios en los últimos meses
vienen más del miedo que tienen a desaparecer que de sus convicciones. Es duro,
y me duele enormemente, pero se lo han ganado a pulso. En las europeas, al fin,
pude votar sin taparme la nariz.
Otra de mis primeras, y sentidas,
decisiones fue dejar de comprar El País, un periódico que me ha acompañado
(casi) cada día desde que salió a la calle el 4 de mayo de 1976. Su evolución
desde mi 'ruptura' allá por 2012 ha ido a peor, y ahora ya no disimula la
sumisión que procesa a los dueños del dinero. Hace unos meses decidí hacerme
socio de dos periódicos digitales como forma de colaborar en iniciativas que
parecen alejadas de los poderosos.
Ya va para tres años cuando empecé a soltar
amarras con el auténtico poder, el de los bancos. Abrí la cuenta en una entidad
pública, del Estado, y luego se convirtió en una cueva de ladrones que llamaron
BBVA. No quiero que mis ahorros, aunque sean escasos, sirvan para fabricar
bombas o financiar monstruos. Ahora están en un banco (más) ético, Triodos, y
en una cooperativa, Fiare, que ayuda a poner en marcha pequeñas y sostenibles
iniciativas.
También me he ido de Comisiones Obreras
tras décadas de afiliado. Les he dado casi tres años de tiempo para ver si se
enteraban de lo que pasa en la calle, y en las fábricas, y veo que siguen con
la matraca de siempre. La última indecencia ha llegado con sus elogios al capo
de los banqueros tras su muerte. Otro adiós que duele, el del sindicato, digo,
no el de Botín.
A Endesa la despedí hace más de un año para
apuntarme a Som Energía como comercializadora de la luz que gasto en casa. La
decisión no fue por ver si me bajaban la factura, que ya sabía que no, sino por
el creciente asco que me da todo lo grande, ya sean bancos, multinacionales o
comercios.
Llevo años sin pisar carrefures ni corteingleses
ni mercadonas, y la inmensa mayoría de mis compras las hago en un mercadillo
agroecológico de la ciudad y en las tienducas del barrio y alrededores . La
tele se ha convertido en un mueble silencioso y no soporto el aire
acondicionado.
Para empezar a regenerarse no hace falta
dictar leyes ni convocar reuniones ni cambiar normas, como hace la casta para
quedarse igual. Simplemente es necesario empezar a desprenderse poco a poco de
toda la basura que nos ha ido metiendo en la cabeza este sistema criminal.
Cualquier edad y cualquier momento son buenos para empezar. Hoy mismo, por
ejemplo".
Mozart
te dedica esta maravillosa melodía:
Hasta mañana
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