En plenas fiestas del Pilar, el ruido ha
sido ensordecedor y continuo, y la gente se ha convertido en muchedumbre. El
comité ejecutivo del portal ha decidido por ello, previendo que mañana la cosa
irá en aumento, que estaremos solo de 11 a 12 horas en el portal de la
Consejera de Educación, antes de que la silla del perroflauta motorizado, por
ejemplo, no se encuentre definitivamente varada en medio del tumulto, sin poder
hacia delante o hacia detrás hasta bien pasada la medianoche.
Las sorpresas han ido en aumento a medida
que avanzaba la mañana. Nada más entrar en la calle Alfonso, he encontrado una
devotísima imagen de la virgen del Pilar, con un manto de chuletas de jamón de
Teruel y una cruz compuesta de tiras de tocino.
La megafonía de la calle Alfonso emitía a
todo volumen una misa con sus cánticos correspondientes. No dando crédito a lo
que estaban oyendo mis oídos, he entrado –tras muchos años- en la basílica del
Pilar para cerciorarme de que a esa hora no había misa alguna, por lo que no sé
si Holmes o Watson ha deducido que lo que se emitía por la megafonía de una
vía pública y céntrica de la ciudad era una grabación monda y lironda.
Paró la música sacra al poco de llamar a
unos compañeros del grupo municipal de CHA, y a los pocos minutos, ininterrumpidamente
hasta las trece horas en que hemos levantado el campamento, un payaso se ha
puesto enfrente del portal, al otro lado de la calle, y ha estado danzando y
cantando en off mediante un altavoz de estridente potencia unas cuantas
canciones infantiles de Los payasos de la tele, que han hecho las delicias de
los abuelos y de los padres maduros que pasaban por allí y dejaban bastante indiferentes
a niños y pequeños.
Ha acudido mucha gente al portal. Como
botones de muestra, aquí están unas cuantas fotos:
No puedo proponer otra canción que la que
sigue martilleando los lóbulos frontales y el sistema límbico entero de mi cerebro. (¡Lo que hay que hacer por la escuela pública y laica…!).
Hasta mañana, de 11 a doce horas de la
mañana.
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