martes, 28 de agosto de 2012

Marihuana, manipulación informativa e hipocresía social





Acabo de leer en el diario El País que el consumo persistente de marihuana antes de los 18 años causa daños duraderos en la inteligencia, la atención y la memoria, según asegura un estudio de un equipo internacional de investigadores basados en el seguimiento de 1.037 personas nacidas entre 1972 y 1973 en Dunedin (Nueva Zelanda), desde su nacimiento hasta los 38 años. Nada que objetar, pues se trata de un principio universal y de sentido común: el consumo persistente de coca cola, salchichas de Frankfurt, Ketchup, café, té o de cualquier otra sustancia no beneficia a la salud en general ni tampoco a la inteligencia (a todo esto, ¿qué es eso de “inteligencia”?).
Del grupo objeto de estudio, un 5% de los individuos manifestaba una dependencia de la marihuana o la consumieron más de una vez a la semana antes de cumplir los 18 años. A los 38 años, todos los participantes fueron sometidos a una serie de pruebas psicológicas para evaluar su memoria, velocidad de procesamiento, razonamiento y procesamiento visual. Las personas que consumieron marihuana regularmente en la adolescencia obtuvieron resultados significativamente peores (una disminución media del Cociente Intelectual (CI) de 8 puntos, al comparar su CI a los 13 años y a los 38).
Según la señora Meier, la variable clave fue la edad de inicio en el consumo de marihuana, señala Meier. Los sujetos del estudio que no tomaron cannabis hasta que fueron adultos no mostraron una pérdida de capacidades intelectuales. Antes de los 18 años, sin embargo, el cerebro todavía está en desarrollo y puede ser más vulnerable a los efectos de las drogas. "La marihuana no es inofensiva, especialmente para los adolescentes", subraya la investigadora. Principio aplicable, insisto, a cualquier sustancia adictiva (por muy publicitada o permitida que esté).
Queda por preguntarse si el alcohol ingerido en grandes cantidades en el botellón es más o menos perjudicial, y por qué en un caso la marihuana está prohibida y perseguida y en el botellón, en cambio, está regulado por los ayuntamientos y la policía local.
¿Daña más o menos que la marihuana pasarse varias horas al día jugando a la play o a otros juegos de ordenador?
¿Por qué hablar tanto de la adolescencia y las drogas, y apenas del consumo cotidiano de alcohol o de cocaína en los adultos?
¿Por qué, por ejemplo, algunas zonas Méjico se están convirtiendo en un infierno debido a las guerras entre los carteles de la droga, cuando son los adultos vecinos ricos del norte los que la están requiriendo y necesitando?
¿Por qué la dependencia del opio sigue en aumento en Afganistán: según la Oficina de la ONU contra la Droga y el (UNODC en sus siglas inglesas): ya en el año 2006 el cultivo de “amapola” y la producción de opio crecieron un 59 por ciento?
(¿Recuerdas? La mentira de la “Libertad Duradera” empezó en 2001).
¿Les parece poca droga a los investigadores la manipulación del cerebro, de la atención, de la memoria realizada diariamente en los medios de comunicación, la publicidad y los sistemas de enseñanza?
¿No sería mejor legalizar toda la droga, quitar ese sucio y criminal negocio de las manos de los cárteles, del dinero negro, del gran capital oculto en paraísos fiscales?
¿Por qué siempre aparece la policía al hablar de droga (más cuando hace presencia la adolescencia) y no la verdadera educación, la formación de personas libres, responsables, con criterio propio, capaces de decidir lo que les conviene, sin represiones ni invasión de su autonomía por parte de otras personas e instituciones ajenas y externas?

4 comentarios:

  1. Sin duda, lo que argumenta el Sr. Aramayona es una utopia, pero hablando de utopías, siemrpe cito a Alphonse de Lamartine cuando aseguraba que "las utopías a menudo no son otra cosa que un anticipo de la verdad"...
    Ojalá la utopía del Sr. Aramayona sea un anticipo de una futura VERDAD, así, en mayúsculas...

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  2. El Diccionario de la Real Academia define "utopía" como "proyecto o sistema halagüeño, pero irrealizable". Es decir, refleja la idea sesgada que habitualmente se tiene de la utopía y lo utópico, pero así se aleja del concepto originario y fundamental de utopía.

    Tomás Moro (1478-1535) escribió en 1516 su obra "Utopía", donde describe una sociedad perfecta e ideal que sitúa en la isla de Utopía (palabra inventada por él y compuesta por las griegas u= no y topos= lugar, es decir, "en ninguna parte" o "en un lugar inexistente"). Sin embargo, habría que fijarse también en cuál es el título completo de la obra: "De optimo statu rei publicae deque nova insula Utopia", que, traducido, viene a decir: "Del estado o grado óptimo de la Política o de la nueva isla Utopía".

    Según esto, lo utópico no está vinculado con lo imposible o lo irrealizable, sino con el desarrollo último, perfecto, óptimo y cabal de un ser o de una realidad. La utopía no consiste en un mundo de sueños imposibles y al margen de la realidad, sino en la aspiración que todos tenemos a la realización plena de algo (amor, política, sociedad, trabajo, vivienda, educación, ocio, etc...).

    Todos nos levantamos cada mañana y luchamos cada día por que se cumplan un poco más nuestras metas, nuestros proyectos. Evidentemente, nuestras vidas están algo alejadas de ser perfectas, plenas, pero eso no quiere decir que en el fondo de nosotros mismos no aspiremos a lograrlo en la medida de lo posible. Nos casamos, elegimos una profesión, nos vamos de vacaciones o quedamos con unos amigos sin renunciar a la relación más perfecta posible, el trabajo más perfecto posible, las vacaciones más perfectas posibles o el encuentro más perfecto posible; es decir, sin renunciar a la utopía.

    Sin utopías reales y auténticas la vida carece de horizonte, de tensión, de dinamismo, de verdadero sentido. Muy a menudo, el poder y los poderosos están encantados con que las utopías nos parezcan una tontería o algo irrealizable.

    Con utopías la vida y el mundo son perfeccionables, mejorables y por ello nos esforzamos, luchamos y hacemos de cada día un senda virgen con la esperanza de una vida mejor y un mundo mejor.

    La utopía no sólo es algo bueno, sino el grado óptimo de cada cosa, de cada ser. Quizá nunca la veamos plenamente realizada, pero nos inyecta energía, vitalidad, rumbo y sentido para seguir caminando.

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  3. Que gran razón tienes "anónimo". Me ha encantado esa frase "las utopías no son más que el anticipo de la verdad".
    Un saludo!

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  4. Una entrada con verdades como puños. Lo más grave de todo es que en esta sociedad de hipocresía, el mayor negocio está siendo para los narcos mientras y no se abre un mercado a los ciudadanos honrados.
    Saludos a todos

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