martes, 14 de agosto de 2012

Qué quiere decir y hacer Sánchez Gordillo


Artículo a publicar mañana en El Periódico de Aragón 

Publicado en ATTAC España el 18 de agosto


Juan Manuel Sánchez Gordillo, junto con otros miembros del Sindicato Andaluz de Trabajadores llenaron varios carros de dos supermercados con artículos de primera necesidad para familias y personas de la zona en condiciones socioeconómicas muy precarias. A la vista de ello, los adoradores de la diosa Propiedad Privada tremaron y condenaron a aquellos hombres y mujeres: “bandolerismo comunista” (La Razón), “panda de robaburros” (ABC).

El conflicto estaba abierto desde mucho antes: hay gente que pasa hambre y carece de medios para subsistir precisamente en tierras de señoritos y grandes extensiones improductivas de tierra, mientras el aparato oficial y paraoficial de propaganda institucional quiere hacer creer que la solución de la crisis apunta solo y directamente a remediar la deuda privada de una banca mendaz y trilera, principal causante de la crisis. La diferencia entre la renta media de los ricos y los pobres aumenta cada día, el Gobierno carga muy especialmente sobre las espaldas de los que menos tienen los recortes socioeconómicos dictados desde Berlín y Bruselas, zozobra el estado de bienestar y la existencia de los más pobres raya en la exasperación.

Indigna cada vez a más ciudadanos, por ejemplo, que en España se estén produciendo 517 desahucios diarios y 374.230 familias estén en procedimiento de ejecución por impago, y a la vez haya millones de viviendas vacías en el país, pues una cosa es el derecho de una persona o una familia a disfrutar en propiedad y holgadamente de un bien básico de consumo como es la vivienda, y otra bien distinta la propiedad privada asocial o antisocial de bienes muebles e inmuebles destinados a la especulación, a la tenencia inoperante  o al ocio exclusivo y asocial.
Con ello llegamos al núcleo de una realidad socialmente tenida por sagrada e intocable. En efecto, lo más sagrado en nuestra sociedad no es la divinidad ni tampoco la Biblia, el Corán o los Vedas, sino la propiedad privada, que pocos mortales osarán poner en duda (¡menudo sacrilegio!). Sánchez Gordillo y el sindicato SAT ocupan fincas, organizan un modo ejemplar de convivencia en el pueblo Marinaleda y optan por arramblar con productos alimenticios de dos supermercados para que su gente coma. Lo que esa gente quiere principalmente no es hurtar, robar o saquear un centro de alimentación, sino proclamar que no aguantan más que su gente tenga hambre.
El aparato mediático de los grandes grupos empresariales y financieros cargan las tintas en que nos fijemos ante todo en el forcejeo habido con una cajera, pero ya va siendo hora de que miremos directamente al sol en lugar de quedarnos mirando embobados el dedo: en España hay personas hambrientas, sin presente, sin futuro, sin trabajo, sin techo (Zaragoza ha sido recientemente noticia por la gente que malvive bajo un puente, a orillas del río Huerva).
Nuestra Constitución deja claro en su artículo 33 que la “función social”, la “utilidad pública” y el “interés social” deben ser tenidas en cuenta en el sistema económico, político y de convivencia. No se trata de privar a nadie de  su derecho constitucional a la propiedad y a la herencia, sino de hacer realidad  una redistribución más justa de la riqueza y los recursos de un país en el que todos deberíamos ser iguales ante la ley y tener los mismos derechos y obligaciones.
La tierra improductiva es un escarnio social mientras haya un solo ser humano sin trabajo y con hambre. La tierra es para el que la trabaja, y la tierra, los medios de producción y sobre todo los seres humanos no son mercancías. Así como puede haber una deuda ilegítima e inaceptable, de igual forma hay propiedades igualmente ilegítimas e inaceptables.
Los Sánchez Gordillo y otros movimientos sociales nacionales e internacionales protestan y resisten. Unos hijos de mala madre se forran con el alza del precio de los alimentos, saquean las cosechas, empobrecen a la población y –de paso-  provocan que este año haya aumentado el número de personas hambrientas en el mundo (115 millones, hasta llegar a los 1.040 millones). El Partido Popular, calificado por María Dolores de Cospedal en un rapto delirante como el partido de los trabajadores, mantiene a España como el país más bajo en “protección social” de la UE-15, con más de 5,6 millones de desempleados, una economía sumergida que supone unos 245.000 millones, un fraude fiscal cifrado en unos 75.000 millones y un salario mínimo solo superior al de Eslovaquia y Portugal. Sánchez Gordillo y el SAT se han limitado a denunciar que la situación es inaceptable y que mucha gente pasa hambre y necesidades de primer orden.
  Por mucho que diga el aparato propagandístico hispano (casi todos los media), una buena parte del pueblo está con los Sánchez Gordillo y su denuncia. Yo, también.


 






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