PUBLICADO HOY EN EL PERIÓDICO DE ARAGÓN
Acabaron, de
momento, los villancicos, las comidas y las cenas en familia. Ya ha acontecido
el solsticio de invierno, una celebración nacida en el albor del Homo Sapiens,
que las distintas culturas y religiones, incluido el judeocristianismo, han ido
anexionándose como festividades originarias propias, pero que hunden sus raíces
en el afán del ser humano por comprender y festejar la vida y el mundo que le
rodea. Hoy es el último miércoles y mi último artículo del año, en
dieciocho años de colaboración
ininterrumpida en este diario. Quiero acabar el año deseándote cosas hermosas y
valiosas para tu presente y tu futuro.
Deseo que
seas siempre el dueño de cuanto tienes y posees, pues así quedará claro quién
es dueño de quién, si tú del dinero, o el dinero de tu vida. Deseo que tu vida
limite solo con la libertad y el bienestar de los demás, sin los que no te sea
posible tu propio bienestar.
Deseo que
seas dueño de tu vida y de tu muerte, que siempre las quieras dignas, que nunca
abras la puerta a quienes pretenden enseñorearse dogmáticamente de tu vida y
del final de tu vida.
Deseo que te
equivoques de vez en cuando, pues eso es señal de que buscas siempre e intentas
ir por el camino de la coherencia; también que no te importe arriesgar para
conseguir lo que anhelas y que no traiciones lo que quieres y lo que debes.
Deseo que el
PSOE salga de su modorra; los sindicatos, de sus despachos; el PP, de su
política de demolición del estado del bienestar y de los derechos básicos de la
ciudadanía. Y que a ti todo te parezca poco para hacer que otro mundo sea
posible.
Deseo que el
pueblo se levante contra sus depredadores: son poderosos y fuertes, pero es
hora ya de hacer realidad el grito de que el pueblo unido jamás será vencido.
Deseo que se
lleve a cabo una auditoría a los verdaderos responsables de la crisis, que los
jueces impartan verdadera justicia sobre todo por ser personas justas, que sean
encarcelados los culpables, que el indulto deje de ser patente de corso
gubernamental para beneficiar al poderoso y a sus lacayos.
Deseo
políticos valientes, que se atrevan a parar los pies a tantos carroñeros que
viven de los beneficios obtenidos mediante el dolor, la desventura y el
sufrimiento del pueblo. Deseo que paguen impuestos los que más tienen en
consonancia con sus ingresos y sus posesiones. También la abolición de la
nobleza, la devolución al pueblo de las posesiones de los grandes
terratenientes.
Deseo la
desaparición inmediata de la lacerante antigualla del Concordato de 1953, así
como de los Acuerdos de 1979, ente Iglesia católica y Estado español, que
incluyen tantas cláusulas preconstitucionales y anticonstitucionales. Deseo que
la Iglesia pague impuestos como cualquier hijo de vecino, sin escudarse en la
labor social de Caritas, financiada en su mayor parte con donativos privados y
con los impuestos de todos. Deseo que los espacios y los actos públicos, de
toda la ciudadanía, sean realmente aconfesionales; que mi alcalde caiga del
caballo de la obcecación, el personalismo y la soberbia en este ámbito.
Deseo que
ningún enfermo sufra innecesariamente, que los cuidados médicos palien en lo
posible su dolencia, que todos y cada uno tengamos acceso por igual y en
igualdad de condiciones a una atención sanitaria personal, pública y de
calidad.
Deseo que el
alumnado no se aburra en clase, a la vez que aprende, atiende, entiende y
asimila lo que recibe y comparte en el aula. Deseo que el profesorado sea
siempre consciente del maravilloso privilegio de encender cada día la llama de
la inquietud y la aventura del saber en su alumnado. Deseo que el ministro Wert sea por fin consciente de ser
ministro de Cultura y Educación, y no solo ni principalmente ministro del PP.
Deseo dirigentes
que duden, políticos que duden, profesores que duden, jueces que duden,
empresarios que duden, intelectuales que duden, trabajadores que duden,
policías que duden, pues solo entonces serán capaces de descubrir y repartir
certezas.
Deseo que
vivas cada momento de tu vida como si fuera el último, para hallar así el
tesoro de los colores, olores, sabores, contactos y sonidos que regala. Deseo
que tu corazón lata siempre encendido, que te sientas millonario en cariño,
amistad y afecto: así sabrás que al final de la vida cuenta sobre todo cuántos
y cuánto hemos querido y nos han querido.
Deseo tierra
para todos, y que sus frutos sean de todos y para todos. Deseo que dejemos de
esquilmar y ensuciar la Tierra.
Deseo para ti
y para todos, especialmente para los lectores de este artículo y este diario,
generosidad, arrojo y empeño suficientes para hacer que cada día el mundo sea
mejor. Salud y abrazos.
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