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“¿Te gusta esta blusa que me he comprado? ¿A que
es mona? Es de Zara”. “Pues yo he encontrado otras cositas de mi talla a muy
buen precio en Bershka”. Y mucha gente está convencida de ser muy ahorradora al
comprar en alguno de los 5.693 establecimientos en cualquiera de los ocho
formatos comerciales de Inditex. Fuera del circuito de las “marcas caras”,
mucha gente se siente satisfecha comprando artículos variados a “precios
populares”.
Amancio Ortega, su dueño y señor, aparecía
recientemente en los medios como el tercer hombre más rico del mundo, con 53.600
millones de dólares, a la vez que emocionaba al pueblo llano al donar a Caritas
veinte millones de euros, la mayor donación privada realizada a esa
organización. Aquello parecía un cuento de hadas, envuelto en papel de celofán
fino.
Sin embargo, la cosa se empañó algo cuando salió
la noticia de que Inditex tributaba su fortuna y negocios online en Irlanda, en
lugar de España, para ahorrarse un montón de dinero en impuestos, y eso que los
ricos tienen una política fiscal e impositiva en nuestro país de las más
ventajosas de Europa. Amancio Ortega se apresuró entonces a comunicar que a
partir del próximo año canalizará su negocio por Internet en España.
Pues bien, desde hace un tiempo conocemos también
que 223.000 personas trabajan indirectamente en Bangladesh para Inditex,
pudiendo imaginar sus condiciones laborales, sanitarias e higiénicas. De hecho,
no hace mucho tiempo pudimos ver imágenes del incendio de dos factorías
textiles en el sur de Pakistán, donde murieron más de 100 trabajadores, niños y niñas en su
mayoría. Al parecer, Inditex no da a conocer cuáles son sus proveedores o las
condiciones de sus
trabajadores subcontratados. Sin embargo, de estar interrelacionados estos
hechos, encontramos una sencilla explicación de por qué son tan asequibles los
precios de Zara y demás “formatos comerciales” de Inditex.
Consultada
la web de Inditex, en 2011 la compañía declara una plantilla de 109.000
empleados, la mitad de los cuales trabajan en países asiáticos. Por otro lado,
según informa el periódico digital diario.es,
el salario medio mensual de un trabajador textil en Bangladesh es de 31 euros.
En otras palabras, el chocolate del loro para Inditex y otras muchas firmas de
las más variadas ramas del “mundo occidental desarrollado”.
Los informes críticos han ido lloviendo un día tras otro y desde hace
tiempo. Como botones de muestra, conocíamos hace meses que la jornada habitual del 68%
de las trabajadoras marroquíes en factorías proveedoras de Inditex es de entre 45 y 54 horas, mientras que el 30%
supera las 55 horas semanales de
forma habitual. Y en el verano del año pasado Brasil denunciaba trabajo esclavo
en una subcontrata de Inditex, haciendo referencia además a
“discriminación étnica” de las tribus Quechua y Aimará, que recibían un
tratamiento peor que otros trabajadores.
En el mundo del cuento del crecimiento y del consumo ilimitados, el
chapapote del envilecimiento de los explotados del planeta anega nuestros
armarios y nuestras neveras.
Según UNICEF, 346 millones de niños y niñas sufren explotación infantil
y al menos tres cuartas partes (171 millones) lo hacen en condiciones o
situaciones peligrosas y deplorables. Thomas Hobbes describió el impulso
natural de nuestra especie desde la violencia, la explotación, el dominio y la
ley del más fuerte (homo homini lupus,
el hombre es un lobo para el hombre), pero se equivocó en la descripción misma
de los lobos: aún no había sido editado Das
Kapital, de Karl Marx.
Probablemente, Inditex no es peor que muchas otras empresas textiles,
agrícolas, pesqueras, industriales o de servicios que explotan vilmente a
muchos seres humanos. Si supiéramos realmente en cuánto de lo que nos rodea,
vestimos, comemos, bebemos y consumimos en general hay sufrimiento y trabajo
infantil o condiciones laborales extremadamente inhumanas, seguramente nos
quedaríamos estupefactos. Ikea, por ejemplo, lo reconoció hace años en relación
con la producción de sus productos y
la explotación infantil. Pero, por favor, de ahora en adelante abstente
de enseñarme qué es lo que has comprado en alguna tienda de Inditex. Gracias.
Estas son las consecuencias de la mal llamada globalización, que es más bien neo-exclavismo. Nuestra "opulencia" está construida sobre el sufrimiento y la explotación de los famélicos de la tierra. Viendo la imágenes del incendio también pensé... Qué asco me da el señor Ortega y que barato le sale las campañas de publicidad (Cáritas),o es que los pobres de aquí no tienen los mismos derechos humanos que los de Bangladesh?
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