PUBLICADO HOY EN EL PERIÓDICO DE ARAGÓN
El conservadurismo más rancio y nostálgico va
consiguiendo sus objetivos también en el ámbito de la enseñanza y la educación.
Buena prueba de ello es el proyecto de ley de Educación del Partido Popular,
comocido como “Ley Wert”. La ideología más conservadaoara ha bolcado sin
obstáculos su política favorecedora e impulsora de la enseñanza concertada y
privada, y de la impartición de la asignatura de Religión y Moral católicas en
condiciones que recuerdan tiempos oscuros.
El Partido Popular y los grupos de presión que han
coadyuvado al avance de la
ideología neocon en nuestro país emplearon métodos marrulleros, por ejemplo,
para boicotear la asignatura Educación para la Ciudadanía en las comunidades
autónomas donde el PP goberrnaba y conseguir ahora poner fin a la misma. Hoy
vuelven a dar un nuevo paso hacia la involución dentro del mundo educativo
mediante la vuelta a la clase de religión tradicional con una difusa y
obligatoria Alternativa a la Religión, desaparecida en la reforma de los años
noventa, y que deberá cursar obligatoriamente el alumnado de la escuela pública
que no opte por Religión.
Nos encontramos con que el proyecto educativo sobre la materia
del Gobierno del Partido Popular, asumiendo obedientemente las exigencias de ja
jerarquía católica española y compartiendo plenamente sus postulados, no solo
se contenta con borrar de un plumazo la asignatura ideada hace unos meses por
Wert de Educación Cívica y Constitucional, una vez expurgada de contenidos
polémicos, sino que implanta como alternativa a la Religión la nueva asignatura
“Valores Culturales y Sociales” en Primaria y “Valores Éticos” en Secundaria.
Ha llegado la hora de que el profesorado de Primaria y de
Secundaria de la red pública de enseñanza exprese su denuncia y su rechazo
activos de este estado de cosas, que supone un inequívoco retroceso hacia
indeseables épocas del pasado.
La jerarquía católica, utilizando arteramente y por sistema
la falacia de la persecución religiosa cada vez que la sociedad civil o algún
poder institucional no se avienen a sus deseos e intereses, interpreta como una
negación de la libertad religiosa el clamor ciudadano por la desaparición de la
asignatura de Religión durante el periódo lectivo en los centros públicos de
enseñanza. Sin embargo, los obispos católicos españoles y los grandes grupos de
presión ultraconservadores saben bien que nunca han disfrutado de mayor respeto
y libertad en la historia de nuestro país las instituciones confesionales y el
derecho a la libertad de culto. Igualmente, saben muy bien que la iglesia
católica, sobre la base de un Concordato y unos Acuerdos preconstitucionales, incluso cuenta con
unos privilegios económicos, fiscales y culturales claramente atentatorios
contra el principio de la igualdad entre todos los ciudadanos y las ciudadanas,
lo que lleva a cuestionar su posible anticonstitucionalidad. El nuevo status de
la asignatura de Religión y Moral católicas y su “Alternativa” es otro síntoma
más de la involución confesional impuesta por el actual Gobierno del Partido
Popular.
No tiene ya justificación alguna seguir cruzados de
brazos. Por esta razón, es necesario que cada docente, libre y
responsablemente, sobre la base de su derecho inalienable a la libertad de
conciencia, comunique formalmente a la Dirección de su centro, así como a la
Consejería de Educación corespondiente, su decisión de hacer uso de su objeción
de conciencia a impartir en su horario docente una sola hora de la asignatura
que sirva de alternativa a la religión, porque no quiere avalar ni directa ni
indirectamente la existencia de la enseñanza de Religión en la escuela pública
durante el período lectivo.
Dado el actual estado de cosas en materia educativa,
impuesto por el Gobierno del PP, no queda otra vía que la objeción de
conciencia y la desobediencia civil pacífica y noviolenta para oponerse
eficazmente a la impartición de la religión en la escuela pública. Muchos
colectivos profesionales, médicos, por ejemplo, representan un buen ejemplo de
oposición colectiva a las pretensiones privatizadoras e ideologizantes del
Partido Popular, tendentes al debilitamiento y la desaparición de los derechos,
los servicios y las conquistas sociales realizadas en los últimos treinta años
en nuestro país y en los últimos cien años en el mundo. El colectivo de
personas dedicadas a la educación no deben irles a la zaga.
Unas pocas decenas de docenas acabarían quiza en héroes,
pero también en chivos expiatorios. Sin embargo, con centenares o miles en cada
una de las distintas comunidades autónomas conseguiremos hacer realidad una
escuela pública, laica y de calidad, donde se quiera formar mediante
conocimientos y no mediante creencias
a personas libres, iguales, liberadas de supersticiones, inquietas,
dotadas de criterio propio e inalienable, solidarias y continuadoras del ideal
del Humanismo, de la Ilustración y de todos los movimientos liberadores de la
humanidad.
Es de esperar el aval y el apoyo de los centrales sindicales
de la enseñanza. La ciudadanía obtendrá con ello una foto fiel del lugar real
que ocupa cada sindicato en el mundo educativo.
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