“Jornada de reflexión”, previa a las
elecciones generales de mañana. Otra pantomima más. Mañana digeriremos los
resultados, por muy masticados que creamos tenerlos.
Hoy quiero estar un rato aquí con
Marisol, que ya no tiene a su hermano en un hospital, sino en su corazón. Ya no
sufre, ya ha dejado de combatir (eso significa literalmente agonía = combate)
por una supervivencia material. Sé que Marisol está en paz y en equilibrio
espiritual. Claro, también dolorida, pero eso no obsta para que sienta al mismo
tiempo alivio y mucha ternura por su hermano. Siente especialmente a todos sus
seres queridos (a quienes se han ido ya y quienes aún restan con nosotros), los
re-vive y con-vive con tod@s ell@s. Desde aquí, otro gran abrazo a Marisol de
tantos amigos y amigas que tiene y la quieren.
Conozco a Marisol desde hace unos quince
años. Nos conocimos en unas clases de filosofía, volvimos a entrar en contacto
a raíz de la fundación y desarrollo del Movimiento hacia un Estado Laico,
compartimos ocupaciones en entidades financieras, siempre con nuestros
carteles, conocimos el frío y el calor inmisericordes de Zaragoza en Puerta
Cinegia, reclamando lo que a cada un@ que acudía le parecía bien, siempre desde
el respeto y la noviolencia. Estuvimos dos años completos junto al portal de la
Consejera de Educación del Gobierno de Rudi, nos mantuvimos enteros a pesar de
las sanciones, el juicio, las identificaciones, el desaliento. Volvimos a
Puerta Cinegia, para terminar en la sede misma del Partido Popular en Aragón y
ante la Capitanía General de Zaragoza Contra la Guerra.
Conocemos bien a nuestras respectivas
familias. Pedro, su marido, me ha acompañado en determinados asuntos, mientras
me ilustraba sobre placas tectónicas y otros temas de geología. Por eso he celebrado
con tanta ilusión sus Bodas de Oro, como si de mis hermanos se tratara.
Durante todo este tiempo y esta brega he
visto día tras día que Marisol es una gran mujer, que llega a todo sin
estridencias, con tranquilidad. Llena de detalles, hemos formado un equipo de
trabajo muy eficaz, pero sobre todo me ha ido mostrando que es una excelente
persona. Por eso, ahora que ha fallecido su hermano, puedo afirmar que de algún
modo también a mí se me ha fallecido un hermano. Y por eso le doy aquí y ahora este
abrazo a Marisol, mi amiga, mi compañera, mi hermana.
Sabes el cariño que le tengo a la Sexta
Sinfonía de Beethoven. Tiene un poder casi taumatúrgico para mí, especialmente
su 5º movimiento, que escucho casi cada mañana. Si lo escuchas, creo que te
hará mucho bien.
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