jueves, 2 de abril de 2015

La insoportable levedad del actual Justicia de Aragón



El actual Justicia de Aragón, Fernando García Vicente, se juntó el martes pasado durante su, al parecer, abundante tiempo libre con el hermano mayor de la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad y del Santo Sepulcro de Zaragoza, Constantino Ríos, para firmar conjuntamente (institución pública y organización confesional privada, ¿van comprendiendo?) el indulto de M. D. Q. B., una mujer de unos 30 años que cumplía una pena de tres “por un delito contra la salud pública”. Durante el tiempo que pasó aquella mujer en la cárcel pudo ver cada día en la tele cómo la inmensa mayoría de los delincuentes, defraudadores, chorizos y blanqueadores del Reino de Aragón y de España viven fuera, tranquilos y contentos, con sus millones afanados de los dineros del pueblo.


En su web oficial, se dice del Justicia de Aragón que es un defensor de los derechos y libertades de los ciudadanos frente a los posibles abusos de la Administración pública. Sin embargo, jamás de los jamases se ha visto a Fernando García Vicente estar en la calle con los desahuciados, los enfermos de hepatitis C, Stop Desahucios, las Oficinas del paro, los que no tienen energía eléctrica en sus casas por falta de pago, con las escuelas sin calefacción y en pabellones de uralita…


Tiene su sede en Zaragoza, en el Palacio de Armijo. Cuenta con un tupido y costoso ORGANIGRAMA de asesores, gabinetes y responsables, amén, de administrativos, técnicos, ujieres, etc.  http://www.eljusticiadearagon.com/index.php?zona=organigrama

Leo en Wikipedia la historia de Juan de Lanuza y Urrea, el Justicia de Aragón al que Felipe II mandó decapitar por defender los derechos del pueblo aragoneses frente al absolutismo del monarca:


“Del mandato de su padre heredó el problema de las Alteraciones de Aragón –culminación de una serie de desencuentros crecientes entre las instituciones aragonesas y el absolutismo real– durante las cuales Antonio Pérez, exsecretario de Felipe II de España, caído en desgracia del rey en circunstancias aún hoy no aclaradas completamente –se le acusó entre otras cosas del asesinato de Escobedo, secretario de Juan de Austria– por su condición juridíca de aragonés se acogió al derecho de Manifestación de los Fueros de Aragón que le permitían ponerse bajo la protección del Justicia, en la cárcel del justiciazgo, donde no podía ser maltratado ni sometido a tortura, en tanto se le sustanciaba un proceso con garantías jurídicas.
Para eludir el obstáculo legal, el rey recurrió a denunciarlo como hereje ante la Inquisición, ante cuya jurisdición no tenían efecto las garantías de la ley aragonesa. Al intentar trasladarlo desde la cárcel de manifestados a la de la Inquisición estallaron en Zaragoza violentos disturbios, ante lo que para muchos era una burda maniobra de Felipe para burlar las leyes aragonesas, y hubo de suspenderse el traslado.
El 24 de septiembre de 1591 tuvo lugar un segundo intento, con nuevos disturbios en medio de los cuales Antonio Pérez logró escapar refugiandose en Francia.
Ello provocó la rabia y cólera del rey, quien mandó contra Aragón una tropa de entre 10 000 y 14 000 soldados castellanos, mandada por Alonso de Vargas, que cruzó la frontera el 8 de noviembre de 1591.
Lanuza declaró contrafuero el envío de dicha tropa y se puso al frente de una tropa de unos 2000 soldados aragoneses.
Ambas tropas se encontraron en Utebo el 12 de noviembre de 1591; la aragonesa se dispersó ante la superioridad del enemigo y la hueste castellana entró en Zaragoza sin resistencia.
Lanuza, después de un mes refugiado en Épila, tomó la decisión inconsciente de volver a la capital aragonesa, donde fue detenido el 19 de diciembre de 1591.
Sin juicio previo y contra el criterio del propio Alonso de Vargas fue decapitado por orden personal de Felipe II (I de Aragón) el 20 de diciembre de 1591, 89 días después de jurar su cargo.

Pues bien, puedo afirmar sin temor a equivocarme que el actual Justicia (¿?) de Aragón (¿?), Fernando García Vicente, jamás se opondría al rey ni habría rey alguno que lo mandase decapitar, pues si algo busca y encuentra García Vicente es estar a bien con los poderosos y mandatarios, sin molestar a ninguno de ellos.

García Vicente es estos días dispensador de medidas de gracia junto con el hermano mayor de una cofradía católica de largo nombre. La agraciada, joven, casada, dos hijos y que ya estaba en libertad condicional, rehabilitada y que había trapicheado con drogas “por amor” (según informan los papeles del Reino de Aragón, cada vez más oficiales y más dependientes).


Es de esperar y desear que el actual Justicia de Aragón, Fernando García Vicente, y también desde 2002 Cadete de Honor de la Academia General Militar, siga en sus despachos y en los despachos y salas de honor de quienes viven de todo ese cuento de hadas que van tejiendo entre unos y otros, y sobre todo que siga sin salir a la calle, con los mendigos, perroflautas, desahuciados, enfermos, parados, putas, chaperos, carteristas, concentrados, manifestantes, indignados, cabreados y tantas y tantas otras gentes de mal vivir.

El actual Justicia de Aragón debe de tener la cabeza tan pequeña, tan pequeña que no le cabe la menor duda de que “justicia” se escribe con mayúscula y acompañada (Justicia –de Aragón-) y en ningún caso en minúscula y sin más aditamentos (justicia).


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