domingo, 21 de febrero de 2016

El cambio de jornada escolar en Aragón


El Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón publicó el 19 de febrero pasado una Orden por la que se regula la implantación de Proyectos educativos de organización de tiempos escolares en centros aragoneses de Educación Infantil y Primaria y en centros de Educación Especial. En román paladino, la posibilidad de cambiar o no el tipo de jornada en cada centro, un tema polémico desde hace bastantes años.
El Departamento de Educación se abstiene, no es su competencia, de entrar en los pros y los contras más utilizados para defender la jornada partida o la jornada continuada, sobre lo que se ha dicho y escrito mucho o nada, según las conveniencias  e intereses de cada sindicato, organización o asociación. Simplemente, el Departamento de Educación deja en manos de cada centro la elaboración y la presentación de un Proyecto que con “metodologías innovadoras” avale un posible cambio de jornada escolar (Preámbulo).
Sin embargo, en el Preámbulo mismo se deslizan afirmaciones algo sesgadas y sin base pedagógica y psicológica fundada, acompañadas de la repetición incesante de ciertos términos y expresiones (“innovación”, “autonomía”, “cambio metodológico”, etc.) y de abundantes redundancias y tautologías, que se quedan en una abstracta inconcreción de la facundia usada a menudo en un documento oficial.
Personalmente, como gato escaldado que soy, me pregunto en primer lugar cuántas escuelas públicas y cuántas concertadas se acogerán a la posibilidad de optar por la jornada continua. Sospecho que muy pocos o ninguno de los centros privados sostenidos con fondos públicos variarán su modalidad de jornada (en los centros concertados decide solo “el titular del Centro”, 18.2) y que la mayor parte de los centros que optaren por la jornada continua serán de carácter público. En otras palabras, con la jornada continua en no pocos de los centros públicos de Infantil y Primaria se está sirviendo en bandeja de plata a la red de centros privados concertados la elección aún más depurada de su clientela  y el aumento en consonancia de la demanda de plazas en sus colegios por parte de muchas familias a las que el cambio de jornada supondría un serio revés por razones personales, laborales, profesionales o económicas.
Por otro lado, tras tanto hablar de innovación, los Centros solo deben desarrollar las “estrategias de innovación” fundamentadas en la innovación ya existente o que se “vaya a iniciar o implementar” (artículo 3). Ni un solo ejemplo ni una sola concreción al respecto, como si la innovación por sí sola garantizase una mejor educación, como si no supiéramos o no hubiésemos sufrido en nuestras propias carnes que la mayor y mejor calidad de la actividad educativa en un aula depende fundamentalmente del buen hacer del docente de turno, innove mucho o poco. Como si no supiéramos que en cada centro, muy o poco innovador, hay docentes magníficos, normalitos y funestos, como en botica. Como si no supiéramos que gran parte de la presión por los cambios de jornada escolar no han obedecido fundamentalmente a parámetros pedagógicos y educativos.
La opción de cambio de jornada en los centros públicos se deja en manos de que así lo acuerden, como mínimo, los 2/3 del Consejo escolar (18.1). Pero tan democrática disposición tiene su intríngulis: componen un Consejo Escolar el Director del centro, el Jefe de Estudios, un representante del Ayuntamiento, un número de profesores no inferior a un tercio de los miembros del Consejo, un número de representantes de familias y de alumnado no inferior a otro tercio del total, un representante del personal de administración y servicios del centro y el Secretario del centro, con voz y sin voto. A buen entendedor democrático…
(Tan sencillo será -o es una trampa saducea por parte de la Administración aragonesa- conseguir al menos el 55% del censo de las familias, considerando que cada padre y madre tendrá un voto individual?  ¿Han pensado que el solo hecho de no participar en la votación –cosa bastante generalizada, por ejemplo, en las votaciones a representantes familiares en el Consejo escolar- constituye, de hecho, un No a la aprobación del cambio de jornada? La Orden del Departamento de Educación da la  impresión  a veces de ser un acto de filibusterismo político).
Y ahora, hablemos de realidades contantes y sonantes: ya tenemos Proyecto, ya está aprobado por el Claustro, el Consejo escolar y las familias, ya tiene el visto bueno de la Comisión de Valoración. ¿Habrá dinero, más personal y recursos para llevar a cabo el Proyecto? Y el Departamento de Educación pare un ratón: “la implantación de los Proyectos educativos (…) no supondrá́ ningún incremento de recursos humanos o de la partida de gastos de funcionamiento, ni modificación de las condiciones laborales del personal docente y no docente de los centros que lo implanten”.

Tras la sañuda política de recortes por parte de la anterior Consejera de Educación, Mª Dolores Serrat Moré (difícil hacerlo peor), la Orden del actual Gobierno sobre un posible cambio de jornada escolar puede llegar a ser un brindis al sol para salvar la cara a políticos y sindicatos sobre un asunto que va a crear no pocas rupturas y brechas indeseadas en los claustros, los centros y la comunidad educativa. Tras la hojarasca de las palabras, objetivo cumplido y mensaje final: allá cada cual con cambiar la jornada escolar en su centro de Infantil y Primaria. De la educación universal, pública, laica y de calidad, no sabe, no contesta.

2 comentarios:

  1. Muy bien Antonio, ojalá se cumplan tus deseos. Te queremos. Salud y Repúblika Laika. 17 Pekos

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  2. Como buen estudiante que he sido, la jornada debe ser por la mañana e intensiva. Es de toda logica que cuando se tiene mas energia se aproveche el tiempo, nunca habeis ido a clases por la tarde? todo el mundo esta durmiendo, hasta el que la da. Creo que es un gran retroceso en contra de los alumnos y los invita al desorden a bajar su rendimiento

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