Diario de un perroflauta motorizado, 309

Calurosa y tranquila mañana. Valgan estas dos fotos como testimonio de toda la gente que ha ido acudiendo al portal de la Consejera aragonesa de Educación. Charo y Marisol inician unas merecidas vacaciones que deseo estupendas.

Esta mañana he escuchado en la radio que el PSOE aragonés tiene otra “nº 2”, que ayer mismo se apresuró a decir que su partido no quiere saber nada de (cito de memoria) “objetivos utópicos y eslóganes demagógicos”. Al escucharlo, se me han quedado en el gaznate la galleta y las pastillas que tomo en el desayuno. “¡No aprenden nada!”, me he dicho en plena labor de tragar tanta pastilla.

La izquierda tradicional está como está en la medida en que cada formación ha renunciado a lo utópico y se ha quedado solo con los eslóganes. He repetido muchas veces que desde que Tomás Moro escribió Utopía, la obra quedó subtitulada “de optimo statu rei publicae” (del grado óptimo de la vida social y política). Según el diccionario de la RAE, “óptimo” significa: “Sumamente bueno, que no puede ser mejor”. La utopía indica el horizonte máximo de lo que se quiere, por lo que se vive y por lo que se lucha. Utopía no equivale a imposible, sino a lo sumamente bueno. Precisamente porque eso es lo que queremos cada día para nosotros mismos y para nuestros seres queridos, la vida es dinámica y cada día tenemos metas y objetivos. La vida cotidiana pondrá de manifiesto diariamente que lo óptimo solo es alcanzable en la medida en que lo rozamos alguna vez con la yema de los dedos,  pero eso no es impedimento (¡todo lo contrario!) para que sigamos caminando con determinación hacia el mismo horizonte anhelado.   

Quiero opciones políticas que propongan utopías. Quiero opciones políticas que intenten hacerlas realidad en la calle y en la vida cada día de cada semana de cada mes de cada año de cada vida…

Hasta el próximo día