miércoles, 27 de agosto de 2014

Diario de un perroflauta motorizado, 326



Me estaba esperando en el portal Milan Kundera escritor muy admirado hace unos años, algo olvidado últimamente. “No importa, Antonio”, me saludó, adivinando mis pensamientos. “¿Te acuerdas”, continuó, “de una conversación que tuvimos hace tiempo sobre los caminos y las carreteras?”. Yo lo recordaba nítidamente, pero preferí mentir para volver a tener el placer de escuchar de su propia voz aquellas ideas tan sugerentes en otro tiempo. 
Entonces, Kundera leyó:
“Camino: franja de tierra por la que se va a pie. La carretera se diferencia del camino no sólo porque por ella se va en carro, sino porque no es más que una línea que une un punto con otro. La carretera no tiene sentido en sí misma; el sentido sólo lo tienen los dos puntos que une. El camino es un elogio del espacio. Cada tramo del camino tiene sentido en sí mismo y nos invita a detenernos. La carretera es la victoriosa desvalorización del espacio, que gracias a ella no es hoy más que un simple obstáculo para el movimiento humano y una pérdida de tiempo. Antes de que los caminos desaparecieran del paisaje, desaparecieron del alma humana; el hombre perdió el deseo de andar, de caminar con sus propias piernas y disfrutar de ello. Ya ni siquiera veía su vida como un camino, sino como una carretera: una línea que va de un punto a otro, del grado de capitán al grado de general; de la función de esposa a la función de viuda. El tiempo de la vida se convirtió para él en un simple obstáculo que hay que superar a velocidades cada vez mayores.
El camino y la carretera son también dos concepciones diferentes de la belleza. Cuando alguien dice que en tal o cual lugar hay un paisaje hermoso, eso significa: si paras el carro verás un hermoso castillo del siglo xv y junto a él un parque; o: hay allí un lago y, por su brillante superficie, que se extiende a lo lejos, navegan los cisnes. En el mundo de las carreteras un paisaje hermoso significa: una isla de belleza unida por una larga línea a otras islas de belleza.
En el mundo de los caminos la belleza es ininterrumpida y constantemente cambiante; a cada paso nos dice: ¡detente!".

Me sentí emocionado al poder escuchar otra vez esas palabras del mismo Kundera. Él me dirigió una mirada amigable, dibujó con la comisura de sus labios un esbozo de sonrisa, y me dijo: “Vengo a decirte exclusivamente que este portal es un camino que nunca debes abandonar. No permitas que alguien pretenda convertirlo en carretera”. Rodeó con un brazo mi espalda, la apretó con fuerza y se fue.


Después fueron viniendo más compañer@s de camino al portal, pero nada dije, salvo a Marisol al final de la mañana, regresando ya a nuestras respectivas casas por un hermoso camino que jamás ha sido carretera.




Hasta mañana

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