Día nublado. El tiempo se autoengulle en
forma de tabletas de días, semanas y estaciones. Otra semana que termina. El
lunes volveremos al portal siendo ya septiembre, a las puertas mismas de
cumplir el miércoles 15 meses de presencia en el portal de la Consejera
aragonesa de Educación.
La espera se impacienta a veces. La
esperanza verdadera, nunca. “No digas mi
nombre”, “no cites literalmente mi obra”, me dice de improviso un hombre de
gruesa melena y barba poblada, níveas ambas, que me entrega un papel en el
portal de la Consejera. Se va rápidamente de allí, explicándome antes que es
mal visto por la mayor parte de la gente de mi ciudad y de mi país. Despliego
el papel y leo. He aquí el texto, cumplidas las condiciones de aquel hombre:
“Queremos la abolición positiva de la propiedad privada, de la
autoalienación humana, y con ello, la conquista real de la humanidad que nos
constituye como humanos por y para todas y cada una de las personas del mundo. Queremos
el cambio del ser humano de su estricta
individualidad a su dimensión social, es decir, realmente humana, una
transformación total y consciente que asimila toda la riqueza del mundo
sostenible y de la vida. Queremos la desaparición definitiva del antagonismo
entre el ser humano y la naturaleza, y entre los propios seres humanos. Queremos
la solución verdadera del conflicto entre nuestras vidas y nuestros derechos, entre
la libertad y la necesidad, entre el individuo y la especie. Esta y no otra es la solución al misterio de la historia”.
Por unos instantes, la lectura de aquella hoja de papel me hizo regresar a mi juventud, a mis primeros
escarceos en la madurez, en esa maravillosa época del nacimiento de mi primer
hijo. Leí de estudiante por primera vez aquel texto, que después trasladé año
tras año en mis apuntes de Historia del Pensamiento a mi alumnado de 2º de
Bachillerato o COU. Cuánto debo a Carlos Marx, autor de este párrafo recogido
en “Manuscritos”, donde define así el comunismo y que hoy me he permitido
traducir con no poca libertad.
Comunismo es la utopía final del auténtico socialismo. Marx
hablaba de socialismo y anhelaba la llegada final del comunismo. Salvando las
tergiversaciones de algunos regímenes políticos que deformaron las palabras y
la realidad, ignorando también las torpes descalificaciones de esas palabras y
esa realidad por parte del conservadurismo y del reaccionarismo más
ultramontano, lucharé siempre por la conquista del verdadero socialismo (que
nada tiene que ver con la aguada socialdemocracia del PSOE y asimilados) y
seguiré anhelando el auténtico comunismo.
Hoy ha habido bastantes compañer@s en el portal de la Consejera. Siento
que tod@s, particularmente la madre de Sergio, no aparezcan hoy.
Khadija, con un vasito de helado, y un niñito, con una bolsa de
chuches, que apenas se ve por culpa de mi abrazo, han estado unos muy gratos
momentos conmigo.
Hasta mañana.
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