lunes, 16 de febrero de 2015

La sombra de Caín, cada vez más alargada


 PUBLICADO HOY EN CRÓNICA POPULAR
Cuando una subespecie humana huele poder, puestos de trabajo, salir algo del gris anonimato o dinero, el río revuelto se puebla de siluros y pone en riesgo de muerte a los pescadores incautos, principalmente si todo ello ocurre en la margen izquierda del río.  Al son de un vergonzoso guirigay, donde los unos descalifican a los otros en nombre del único y propio partido político verdadero, la atomización y el debilitamiento de la izquierda están servidos.
Cuando voy a Madrid, rara es la vez que no subo en primer lugar hasta el nº 55 de la calle Atocha, donde fueron cobardemente asesinadas cinco personas y quedaron malheridas cuatro más por pistoleros de la extrema derecha. Trabajaban en un despacho laboralista de Comisiones Obreras, y puedo dar fe no solo de su dedicación y profesionalidad, sino también de su alto grado de humanidad. Necesito ir y quedarme unos minutos ante ese portal de la calle Atocha como un homenaje de gratitud a todos ellos y también para reciclar ideas, recargar fuerzas y afianzar convicciones, pues sabían bien quiénes eran y qué querían, y no tenían ningún reparo, a poco más de un año de la muerte de Franco y aún en plena efervescencia del fascismo de la época, en mostrar y luchar por sus ideas y convicciones, hasta incluso pagarlo con la muerte y el horror de aquel atardecer. Lo último que merecen es el olvido: no el simple olvido de unos nombres o unos hechos, sino sobre todo el olvido que da la espalda a lo que ellos fueron y quisieron, por lo que lucharon y dieron su vida. Hoy, en cambio, miro a mi alrededor y vuelvo a ver una amalgama de fundamentalistas, buscavidas y aprendices de brujo que se autoproclaman “de izquierdas” y que son un calco exacto de un conocido poema de Miguel De Unamuno:

Ay, triste España de Caín, la roja
de sangre hermana y por la bilis gualda,
muerdes porque no comes, y en la espalda
llevas carga de siglos de congoja!
Medra machorra envidia en mente floja

–te enseñó a no pensar Padre Ripalda–

rezagada y vacía está tu falda

e insulto el bien ajeno se te antoja

Democracia frailuna con regüeldo

de refectorio y ojo al chafarote,

¡viva la Virgen!, no hace falta bieldo.

Gobierno de alpargata y de capote,

timba, charada, a fin de mes el sueldo,

y apedrear al loco Don Quijote.

Contemplo con dolor e indignación la fragmentación y las luchas internas de esa triste España de Caín y comprendo cuántas veces los partidos, principalmente de ¿la izquierda?, han tenido su merecido, y cuántas veces el pueblo español ha sufrido inmerecidamente la fratricida irresponsabilidad de esos partidos cainitas. Antonio Machado lo dejó también escrito en su Por tierras de España:

Hoy ve a sus pobres hijos huyendo de sus lares;
la tempestad llevarse los limos de la tierra
por los sagrados ríos hacia los anchos mares;
y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra.
Es hijo de una estirpe de rudos caminantes,
pastores que conducen sus hordas de merinos
a Extremadura fértil, rebaños trashumantes
que mancha el polvo y dora el sol de los caminos.
Pequeño, ágil, sufrido, los ojos de hombre astuto,
hundidos, recelosos, movibles; y trazadas
cual arco de ballesta, en el semblante enjuto
de pómulos salientes, las cejas muy pobladas.
Abunda el hombre malo del campo y de la aldea,
capaz de insanos vicios y crímenes bestiales,
que bajo el pardo sayo esconde un alma fea,
esclava de los siete pecados capitales.
Los ojos siempre turbios de envidia o de tristeza,
guarda su presa y llora la que el vecino alcanza;
ni para su infortunio ni goza su riqueza;
le hieren y acongojan fortuna y malandanza.
El numen de estos campos es sanguinario y fiero:
al declinar la tarde, sobre el remoto alcor,
veréis agigantarse la forma de un arquero,
la forma de un inmenso centauro flechador.
Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta
—no fue por estos campos el bíblico jardín—:
son tierras para el águila, un trozo de planeta
por donde cruza errante la sombra de Caín.

Dice Ortega que el ser humano no está simplemente dotado de razón para pensar, sino que precisa de ella para vivir, pues vivir es tratar con el mundo y dar cuenta del mundo, no solo de un modo teórico y abstracto, sino también concreto y vital. De ahí que Ortega siga afirmando que conocer busca necesariamente “saber a qué atenerse y a qué exponerse”, pues de lo contrario nos hallaríamos desorientados, perdidos en el mundo. Hoy más que nunca necesitamos unos políticos que señalen con valentía y sin ambigüedades a qué debería atenerse el país. El mayor problema no solo es el déficit económico que implica recortes sociales, sino también un grave déficit de ideas y propuestas, de valores y compromisos.
Desconozco adónde  pretenden dirigirse muchos de los dirigentes, pero quisiera al menos que nunca olvidaran que lo son porque dudaron de sus dirigentes. ¡Qué menos, pues, como apunta brillantemente Brecht, que permitieren dudar a los dirigidos!
Entretanto, sobre el tablón medio carcomido del último naufragio, veo un trozo de planeta por donde cruza errante la sombra de Caín.


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