lunes, 23 de febrero de 2015

¿Quién teme a Arnaldo Otegi?


 ARTÍCULO PUBLICADO HOY EN CRÓNICA POPULAR

Una de las grandes vías de agua que ponen en cuestión la plena autenticidad de la democracia española es el tratamiento político y penal que ha recibido sistemáticamente el político Arnaldo Otegi, de ideología marxista e independentista vasco (lo cual puede resultar tan discutible como legítimo), actual secretario general de Sortu, acusado y condenado en múltiples ocasiones de pertenecer y alentar a ETA y actualmente aún en prisión por pertenencia a ETA en el “caso Bateragune” (“punto de encuentro”, en euskera).

Como buen botón de muestra del recorrido penal al que está sometido Otegi, este fue detenido en 2009 en la sede central del sindicato LAB con otros miembros más de la “izquierda abertzale” bajo la acusación de buscar la reconstrucción de la Mesa Nacional de Batasuna con el objetivo final de poder presentarse junto con otros partidos vascos a las elecciones municipales y forales del 2011. Personalmente, no veo por ningún lado dónde se halla el supuesto delito terrorista perpetrado por Otegi.

De igual modo, Otegi fue condenado por la Audiencia Nacional a diez años de prisión por pertenencia a ETA en grado de dirigente, pero en 2012 el Tribunal Supremo rebajó su condena a seis años y medio de prisión al no encontrar argumento alguno que avalase tal acusación. La cosa no termina allí: incluso cuando en junio de 2012 el Tribunal Constitucional declaró la legalidad de Sortu, este Tribunal negaba la liberación de los procesados por el caso Bateragune, mostrando un amplio disenso entre los miembros mismos del Tribunal. Contrasta tanta dureza político-penal contra Otegi con las salidas de rositas y los brindis al sol perpetrados diariamente a favor de los chorizos, defraudadores, blanqueadores, torturadores, prevaricadores, etc., pertenecientes a toda suerte de partidos, sindicatos, asociaciones y organizaciones… casi todas y todos públicamente abrazados a la banderita roja y gualda.

Y la lluvia siguió cayendo sobre mojado: la Audiencia Nacional absolvió a Otegi en 2010 del plan “criminal” de proponer en el velódromo de Anoeta  la creación de unas “mesas de diálogo” para solucionar el “conflicto vasco”, al no encontrar dicho Tribunal ensalzamiento alguno de ETA, sino más bien la defensa de “la conveniencia y necesidad de un proceso de diálogo y negociación para la resolución del conflicto de manera pacífica y democrática”. Otegi ha estado sometido a un interminable carrusel de acusaciones, condenas y encarcelamientos que han ido confirmándose y desdiciéndose al ritmo de los temores e intereses políticos hispanos.



Entre los delitos más “criminales” y execrables cometidos por Otegi está el hecho de que a finales de 2005 se manifestase en el diario Gara partidario del presidente venezolano Hugo Chávez y de la revolución bolivariana, como modelo para alcanzar la independencia vasca, lo cual no tiene perdón ni remisión posibles, especialmente desde los medios de comunicación en manos de la ultraderechona.

Sin apartarnos de los crímenes perpetrados por Otegi, este fue condenado en 2005 por el Tribunal Supremo a un año de cárcel por “injurias a la Corona al declarar que “el rey de España es el jefe supremo del Ejército español, es decir, el responsable de los torturadores y el que protege la tortura e impone su régimen monárquico a nuestro pueblo por medio de la tortura y la violencia”, aunque se suele ocultar que en 2011 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó al Estado español a pagar 20.000 euros en concepto de daños morales por “vulnerar la libertad de expresión de Otegi” en el caso de las “injurias al Rey”.

Asimismo, en 2006 ingresó en prisión (salió a los pocos días), acusado de inducir ni más ni menos que cien actos violentos en una huelga celebrada en Euskadi. La puntilla fue asestada en abril de ese mismo año: condenado a quince meses de prisión por enaltecimiento del terrorismocon ocasión del homenaje al histórico miembro de ETA J. M. Beñarán (“Argala”), salió de prisión en 2008 declarando ser partidario del “diálogo y la negociación”, así como de la no violencia armada,  para solventar el “conflicto vasco”, pues prefería condensar todas las fuerzas independistas vascas en la coalición electoral Bildu.

La lista de “actos criminales” de Otegi es interminable. Cabe destacar la huelga de hambre iniciada en la cárcel por él en 2010 y su incomunicación en la propia cárcel como medida cautelar tras hacerse pública una grabación suya en un mitin de Bildu, en la cual llamaba a “vaciar las cárceles y ocupar las calles para defender nuestros derechos”. Por otro lado, ser secretario general de Sortu desde 2013 no le vale de nada mientras este encarcelado y hasta que recobre la libertad, cosa que solo hace que retrasar su reconocimiento como líder indiscutido del movimiento independentista vasco en los próximos años.

Cuando aún era Ministro del Interior, Ángel Acebes, envió al mundo de las naderías al “miserable” (así lo calificó) Arnaldo Otegi, cuando éste declaró que ETA nada había tenido que ver con el atentado del 11-M en Madrid. Sin embargo, Acebes cambió de opinión sobre Otegi tras leer un libro en el que éste insinúa unas presuntas conversaciones durante años entre su partido y el partido socialista vasco. Acebes, tras transformar mágicamente a Otegi en persona digna de todo crédito, conminó a Rodríguez Zapatero a confesar y explicar el supuesto delito de colaboración con el terrorismo en sesión parlamentaria. Acebes no fue y es otra cosa que un fiel retrato de la maquinaria política y judicial del Estado español.

(Una vez más: ¿quién vigila al vigilante? ¿Quién nos salvará de los salvadores? ¿Quién salvará a la democracia española de los demócratas hispanovisigóticos de toda la vida?).











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