Ayer viví una
jornada, una tarde, una noche inefable. Era la “noche de San Juan” (enésima
cristianización de un evento cósmico como es el solsticio de verano).
Reímos,
compartimos, recordamos. Lloramos lágrimas de cariño. Nos abrazamos. Nos
quisimos tan fuerte como seguimos queriéndonos. Seis representando a miles.
Seis personas brillando a la luz de la luna, danzando y bailando al ritmo del
corazón, pensando que un día el sol no saldrá para todos, sintiendo que
mientras haya una persona que albergue en su interior a otra, ambas hollarán el
sendero de la pasión por la vida.
Seis personas
en un solo regalo. Otras personas cuidando de que no se perdiera un solo trazo
de esa noche inefable. Inefable, que no se puede explicar ni expresar con
palabras. Quisiera que tú me entendieses a mí sin palabras…
El brexit
británico y las elecciones del domingo y las astracanadas del ministro del
Interior, Fernández Díaz, supernumerario, tan sapo Iscariote como sus ancestros
ideológicos, histrión de sí mismo. Hay personas como él que no dejan vivir
(bien) ni tampoco morir (bien). Desde siglos llevan siendo la desgracia de
España y los salvadores de su Españistán. No conocen camino humano, pero tienen
su Camino. ¿Hasta cuándo no acabarán arrojados al mar desde un acantilado alto,
muy alto?
Ingrid, Silvia,
Sergio, José Manuel, Noemí, Adrián… Es decir, miles, interpretando una rapsodia,
nuestra rapsodia, desde la que brota el alma del mundo a borbotones,
ensamblados por la canción de la vida, paseando –como la película de John
Huston- por el amor y la muerte. Ayer, esos miles me entregaron uno de los
mejores y mayores regalos de mi vida.
Gracias,
gracias.
Ingrid me envío
ayer un correo en el que me quería hacer “un
regalo, es muy especial para mí,
forma parte de mi última creación, y de mí. Es para ti. Con todo mi cariño”.
Cariñosa bienvenida y dulce epitafio. Tierra, aire, fuego, agua.
Este es
el regalo: https://drive.google.com/file/d/0BypyOND9xn3tWHRiM3BVMGRXbzA/view
Gracias a ti, por tus palabras, por tu cariño, por elegirme para representar un trocito del alma de esos miles, por la tarde de ayer, por los últimos 22 años...
ResponderEliminarSilvia, siempre tan llena de luz y de vida. Cuán afortunado he sido de que esa muchacha decidiese cambiarse al aula de Ética. Desde entonces hasta hoy pasando por Fortanete, ¡viva la vida, ¡gracias a la vida que me/nos ha dado tanto!
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