Ha comenzado la Eurocopa de fútbol y ya
está liada la cosa: que si algunos jugadores hispanos fueron urdidores y/o actores
de relaciones sexuales con menores, con la intermediación de un despojo de
persona sin alma que traía engañadas a muchachas del Este para sus pelis de
porno duro; que si los hooligans rusos e ingleses se liaron a patadas y luchas
callejeras en Marsella tras el partido Inglaterra-Rusia; que si los ultras
franceses se unieron a la refriega; que si hay gente grave e incluso en coma;
que si hay paramilitares en las calles y la canchas disfrazados de miembros de
la UEFA o la FIFA (¿o el disfraz es viceversa? ¿o viceversa son esas mismas
personas?)…
Hay un temor generalizado, muy bien
orquestado, al “terrorismo yihadista”, al ISIS, que –dicen- quieren
arrebatarnos nuestra “forma de vida” y nuestros valores. Escuchaba ayer las
noticias sobre la reyerta a muerte en Marsella y me preguntaba de qué valores
están hablando desde Bruselas o desde La Moncloa, a qué “forma de vida” se
refieren. Han configurado el sistema educativo de los países que cuentan con
algo parecido a un sistema (eso, sí) educativo (¿qué es educación?) para pensar
lo menos posible. La escuela es una máquina de asimilación y de reproducción, y
no de producción propia, de creación. Soy culto y educado si sé que la capital
de Afganistán es Kabul, y soy igualmente culto y educado si no me pregunto
cosas tan inútiles como por qué y para qué cuatro o cinco países bombardean
diariamente Siria. Soy culto y educado si puedo hablar decorosamente en inglés,
aunque considere que perjudica gravemente la salud hablar de vez en cuando
conmigo mismo. Soy culto y buen ciudadano si estoy por la libertad de
expresión, aunque raramente me pregunte si realmente tengo algo por decir al
tener normalmente tan poco que pensar.
Liados y muy liados han estado también
algunos grupos políticos discutiendo sobre
quién es más socialdemócrata, socialista, demócrata o patriota. Entretanto, la
falta de trabajo (cada vez rechazo más la palabra “empleo”), la sanidad, la educación,
las pensiones son solo pulcros enunciados en un programa electoral o futuribles
incluidos allí por si cuelan (futurible, RAE: “que podría existir o
producirse en el futuro, especialmente si se diese una condición determinada”).
Pues bien, mientras escribo estas últimas palabras, alguien me
toca leve y repetidamente el hombro derecho. Es Jung (últimamente, pupulan en
mi vida psicólogos, psiquiatras y psicoanalistas). “¿Qué tal vas?”, me pregunta. Me ofrece un cigarrillo. “¿Fumas?”. “No, gracias”, le digo. “¿Podemos
tratarnos de tú?”, me atrevo a proponer. “Por supuesto”. “De los tres, tú eres el menos conocido y a la vez el
más incomprendido”, le digo. “Me da
igual”, afirma. “No puedo más...”
explicito. “Bien, pues ahora descansa un
rato”, propone. “¿Eso es todo?”,
le pregunto. “Por el momento, sí”,
responde. “¿Cuándo volveréis?”. “No volveremos más. Freud y Adler me han
encargado que les despida de su parte. Tienen mucho trabajo pendiente”. "¿Estoy curado?”. ”No, no”, responde Jung. “¿Entonces?”.
“Hemos acabado el diagnóstico clínico”.
“¿Es grave mi caso?”. “Como tantos otros...”. “¿Cuál
es mi dolencia?” ”¿Para qué quieres
saberlo; lo importante es que te cures pronto y que te sientas bien”. “Ya,
pero me gustaría saber qué me pasa...”. “De acuerdo. Allá tú. En realidad, se trata de un mal algo complicado
de diagnosticar con exactitud y de difícil cura”. “¿Cuál es su nombre?”. “Ergotismo. Eres un ergotista”. “¿Y qué es eso?”. “Míralo en el Diccionario. Te podrás hacer una idea....“ “¿Y qué hago?”. “Nada... O especializarte en el inconsciente colectivo. A mí me va
bien...”. “¿Servirá de algo?”. “No. Adiós, Antonio”. “Auf Wiedersehen, Carlos Gustavo...”.
ERGOTISMO. m. Med. Conjunto de síntomas
producidos por el abuso del cornezuelo del centeno, o por la ingestión de pan
de centeno atizonado.
(?)
ERGOTISMO. M. Sistema de los ergotistas.
(?)
ERGOTISTA. Adj. Que ergotiza. Apl. a pers., ú,
t.c.s.
(?)
ERGOTIZANTE, adj. Ergotista
(?)
ERGOTIZAR. Tr. Abusar del sistema de
argumentación silogística.
(¿¿¿¿¿¡¡¡!!!!!??????)
Voy al baño, me ducho, desayuno,
orino, defeco, me peino, meto cacharros en el lavavajillas, miro la hora en el
reloj de la cocina (marca una hora menos: aún no le he cambiado la hora), me cercioro
en el ordenador de que el coronel Aramayona no tiene quien le escriba, me
detengo unos segundos, sorprendido de mí mismo: cuántas cosas buenas me han
pasado esta mañana, qué bueno soy; cuántas cosas buenas, cuántas...
Encuentro un papel sobre el
teclado del ordenador. Lo firma Jung y dice: “Ponte a escribir sobre lo de
Orlando”. Y ni corto ni perezoso, me pongo a escribir ergotizando y ergotizando…
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