Los artículos
de Antonio me han traído a la mente un pequeño texto que es de lo más hermoso
que he leído en mi vida, y que se refiere a esas cosas del alma de las que
habla en los artículos. Se trata de una pequeña narración, en forma de
epístola, que el autor remite a una persona por la que siente una profunda
afinidad. En esta carta se desnuda y expresa sin prejuicios ni defensas lo que
piensa y lo que siente. Me parece toda una belleza, un acto de complicidad
suprema, de reconocimiento, de amistad profunda. Probablemente
el/la drstinataria de la carta no es ni de lejos lo fantástica/o que él
la/le vislumbra. Si es capaz de percibir tanta grandeza es, probablemente,
porque esa grandeza habita en él, en caso contrario sería incapaz de
percibirla. Os le dejo al final, por si a alguien le apetece leer ese texto
El
autor es José María Doria, un hombre que, a pesar de haber tenido una formación
estándar en el mundo de la economía y de la empresa, cambió de rumbo y se decantó
en la madurez por aprender psicología e investigar las corrientes
espirituales en el mundo. Conoce muy bien las filosofías y
tradiciones precolombinas y las orientales. En realidad todo ese
aprendizaje lo llevó a cabo en un viaje personal de búsqueda de sí
mismo.
El
texto está incluido en el capítulo titulado "Ternura" de un
libro fantástico para los que quieren saber y entender de las cosas que habitan
y se mueven en nuestros adentros: Se llama "Inteligencia del alma",
editado por Edaf. Es una lectura hermosa y muy instructiva.
¿Que
qué tiene esto que ver con el laicismo?. Pues creo que mucho. Los que no
sustentamos el sentido de nuestra existencia en mitos ni en dogmas, que no
llegan ni al envoltorio, buscamos y exploramos esos ámbitos de lo
humano que tienen que ver con lo espiritual, o lo sublime, o lo
trascendente. Después descartamos y elegimos en libertad. En cualquier caso,
estoy convencida de que es inmensa la trascendencia que se puede encontrar
en el corazón humano.
De
nada o poco sirven todos los conocimientos del mundo, de nada sirven los
avances, ni la física, ni la ciencia, ni la filosofía, si no se integran en el
corazón humano. La teoría del "homo amans" como escalafón posterior
al "homo sapiens" tiene su sentido si consideramos que tras conocer
el espacio, los átomos, protones y electrones, cómo funciona nuestra
mente y cómo lo hacen nuestras emociones, si sabemos cómo acabar con
enfermedades y como convertir la energía nuclear en rayos sanadores, por
ejemplo, parece que seguimos siendo tan poco lúcidos de no actuar con
amor hacia lo que nos rodea. Creo que de nada nos habrán servido millones
de libros escritos que llenan millones de bibliotecas en el mundo, si no somos
capaces de dejar de actuar con odio, con recelo, con codicia, con
ignorancia o con maldad. Los orientales dicen desde hace siglos que
"el amor no es que sea el camino, es el único camino". De no tender
hacia esas pautas, es posible que la humanidad, tarde o temprano, pueda
acabar extinguida, como cualquier otra especie que no ha llegado al
estadio de lo "racional".
Y
paro ya, porque a estas alturas, nadie habrá llegado a estas líneas. Y, además,
empiezo a tener cierto complejo de estar haciendo un sermón
apocalíptico como los curas, como esos que escuchábamos siendo niños
pensando que nos hablaban desde la verdad suprema. Y éso, os lo aseguro, ni de
lejos es lo que quiero.
Os
dejo el texto del que hablaba:
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(El
autor se dirige a alguien, expresándole todo aquello que ese alguien le
inspira)
Dirigido a ti.
Cuando
hablas y dices cosas tan bonitas acerca de la vida y de todo aquello que
te pasa, siento admiración por tu lucidez y por tus formas mentales tan bien cultivadas.
Cuando me cuentas lo que descubres con tus propias antenas de ver el mundo y
entender lo que a éste le ocurre, siento el poder de tus talentos que corre
vigoroso por las neuronas de mi alma.
Cuando
pones letra a la música y cuando explicas tan agudamente lo que muy dentro
nos pasa, sentimos la grandeza de entender la vida y abrir la mente a ideas
expandidas y sensatas. Cuando en tus palabras pones la luz que necesitan mis
sentimientos, a veces confusos por contradicciones internas, siento que eres un
regalo que muestra las diferencias y separa el grano de las pajas.
Cuando
te expresas sinceramente e inventas palabras nuevas, siento el reconocimiento
de tu mente, siento tu sutil poder sobre las tinieblas. Cuando me acaricias con
tus palabras dulces y sedosas, y me regalas susurros que me recuerdan la
dimensión celeste de la existencia, te doy las gracias por saberme decir lo que
un día soñé y que ahora, al nacer, serena mi alma.
Tus
palabras son seguras, hermosas y bien calculadas...; sin embargo, cuando
me miras en silencio, cuando posas en mis ojos tu mirada..., todo
se detiene atento, hasta las estrellas del cielo parecen paralizar su marcha.
Cuando miras mis pupilas y mantengo tu mirada, se abre un abismo infinito
que me conmueve y arrastra.
Cuando
contemplas una flor recién abierta o la mano arrugada de la anciana, siento tu
grandeza, te reconozco como amor y percibo que has hecho un gran camino con el
alma desnuda y descubierta. Cuando contemplas al que sufre, cuando
enfocas al que goza, veo algo más en ti, veo tu sabiduría ecuánime, descubro al
ser que volvió a la luz atravesando las sombras.
Cuando
miras al infinito y te abstraes en las blancas arenas de las playas, descubro
la inmensidad que resuena en lo profundo de mi alma. No es tu talento lo que
ahora me conmueve, no es tu excelencia lo que ahora me impresiona. En realidad,
es el rostro de todos los inocentes y la llamada de la ternura suprema. Algo
tan inefable como misterioso que brota desde lo más profundo del alma.
En
tu silencio está el poder de mover la estrellas de mi pecho y de mi cara.
Cuando miras con tanta consciencia lo que tu mente proyecta, parece que
desnudas de ropajes superfluos todas las cosas que para protegerse se adornan.
Tu mirada es el camino energético que los seres del Universo recorren para
llegar al Profundo y, ya conscientes, vuelven a casa.
En
realidad..., tu mirada basta.
Por una cosa o por otra acabo casi todos los días dándole las buenas noches a este lugar; y siempre salgo ganando...
ResponderEliminarGracias Antonio por cruzarte en mi camino!