Publicado en Amdalán, con el seudónimo de Ángel Muguruza
http://www.andalan.es/?p=4092
Aún hay en el mundo descreídos
que, cerradas sus mentes y sus ojos a los portentos que acontecen a veces en su
entorno, se empecinan en no creer en los
milagros. Sin embargo, a principios del año del Señor 2011, ocurrió un enorme
prodigio en el monasterio cisterciense de Santa Lucía de Zaragoza. Pero no nos
apresuremos, saboreemos cada detalle del maravilloso portento.
Cuentan las crónicas venidas de
lo alto que Jesús de Nazaret hizo posible que cinco mil hombres fueran saciados
con cinco panes y dos peces, lo cual es o mucho conformarse con tan poca
porción o el resultado de una producción industrial alimentaria de ciclópea
envergadura. Sin embargo, en Zaragoza, por mediación de unas monjas, una
sustracción milagrosa ha batido todos los records anteriores: el 28 de febrero las
religiosas echaron en falta 1,5 millones de euros, que a las pocas horas se
convirtieron ante la policía en 1,2 millones de euros y el 1 de marzo quedaron
transformados en solo 450.000 euros.
Por si fuera poco, según
declararon las religiosas cistercienses, tal cantidad de dinero (¡cuántas
hipotecas, cuántas facturas se habrían pagado con esos euros!) ha sido solo
producto del ahorro, lo cual será sin duda motivo de peregrinación, ya que un
currante cualquiera, tras muchos años de trabajar, cotizar, etc. no logra
ahorrar esa cantidad de dinero ni después de diez o doce reencarnaciones
sucesivas. Sin embargo, nosotros, hombres de poca fe, hemos podido finalmente confirmar
que en ocasiones también existe lo que se cree, y hemos sabido que los billetes
de 500 euros existen, e incluso que existen también en Zaragoza, y no solo en
Marbella o en los paraísos fiscales.
En efecto, en tres bolsas de
plástico negras guardaban las monjitas en un armario el millón y medio de euros.
Entretanto, recitaban lo de los lirios del campo y las aves del cielo, que
viven sin preocuparse del mañana, pues a cada día le basta su propio afán. Sin
embargo, una nueva prueba divina ha sobrevenido a las monjas cistercienses: un hombre
malvado enviado del Maligno les ha robado el dinero del armario (dinero más
negro que nunca encerrado en bolsas negras de basura), si bien la voluntad
divina ha determinado asimismo como castigo que el millón y medio de botín haya
quedado convertido en un plisplás en solo 450.000 euros del ala.
¿Investigarán hasta el fondo los
policías que llevan el caso tamaño milagro? ¿Juzgarán los señores jueces con
todo el rigor de la ley ese ir y venir de los billetes de 500? Nosotros, los
descreídos, lo ponemos en duda, por lo que cualquier día algún ángel nos mandará
un rayo y nos enteraremos así de lo que vale un peine y que no se debe jugar
con las cosas de comer, y menos aún con los billetes de 500.
El diablo mismo nos inocula a
nosotros, los descreídos, otras ideas malvadas que conducen directamente a las
calderas de Pedro Botero. Por ejemplo, nos susurra al oído que la iglesia
católica española recibe del erario público anualmente más de 6.500 millones de
euros, libres de impuestos. O que 3.500 millones de euros están
destinados a subvencionar colegios religiosos concertados, 2.048 millones a
hospitales e instituciones de beneficencia religiosas, que pagamos entre todos;
750 millones de euros de ahorro por desembolsos fiscales no realizados. 600
millones para sueldos de profesores de religión; 200 millones para el
patrimonio inmobiliario y artístico, museos y catedrales; 30
millones a capellanías castrenses en cárceles y cuarteles. Eso, por no hablar
del valor incalculable de las innumerables cesiones de parcelas de terreno
público que reciben, o de las innumerables ayudas y subvenciones que reciben de
los municipios, diputaciones y Comunidades Autónomas, lo que elevaría a más de
15.000 millones la cantidad que recibe la iglesia católica de las
Administraciones, por tanto de toda la ciudadanía. O que la iglesia católica
nos cuesta alrededor de medio punto de crecimiento económico anual. Es una
cifra igual a la que Naciones Unidas establece que sería necesaria para acabar
con el SIDA en el mundo o la que dedica la UE a Investigación y Desarrollo
anualmente. Y nosotros, los descreídos, en vez de ahuyentar tales insidias
satánicas, anhelamos la derogación del Concordato de 1953 y los Acuerdos de
1979 entre el Estado español y el Estado del Vaticano.
No obstante, las monjas cistercienses del monasterio
de Santa Lucía de Zaragoza, vencidas con ejemplar denuedo las tentaciones diabólicas
a las que sucumbimos nosotros, los descreídos, oran y cantan incansablemente al
Altísimo a fin de que las tres bolsas negras de basura retornen al armario, si
bien solo la sabiduría divina sabe hoy por hoy si esas bolsas contendrán
finalmente 1,5 millones, 1,2 millones o 450.000 euros.
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