Publicado en El Periódico de Aragón
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Hasta hace unos días no esperaba asistir, aun indirectamente, a algún
portento que sobrepasase las leyes de la naturaleza. Sin embargo, un portento
extranatural ha llegado a nuestra incrédula sociedad. El alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, en un encuentro
con jóvenes emprendedores de la ciudad, afirmaba el miércoles pasado que “si
hubiera en el ayuntamiento un gobierno de izquierdas, Dios lo impida, la
propuesta sería subida de impuestos”, lo que, al parecer, es para él como nombrar
a la bicha (quién os ha visto y quién os ve, compañeros socialistas).
No obstante, si bien el señor alcalde no aclaró a qué dios concreto se
estaba refiriendo (hay muchos, como puede comprobarse en cuanto uno viaja y se
ilustra un poco), expresó sin ambages su confianza en que ese dios, seguramente
todopoderoso, impidiera la catástrofe de las catástrofes: no un terremoto como
el de Haití o los recientes de Japón, no un tsunami o una fuga radioactiva de
proporciones planetarias o –lo que aún es peor- un día entero sin televisión,
sino que tras las elecciones de mayo tenga que formar en el Ayuntamiento de
Zaragoza un gobierno tripartito de izquierdas con Izquierda Unida y Chunta
Aragonesista (está por ver que las urnas le pongan en condiciones de gobernar
solo o con alguien). Como algunas posibilidades se tornan a veces pesadillas,
quizá por eso puso el señor alcalde en manos de su dios tan temido destino a
fin de que lo impida.
Desde nuestra más tierna infancia nos inculcaron el rezo del
Padrenuestro, que entre otras cosas suplica al dios judeocristiano que nos
libre del Mal (traducido también como Maligno). Nunca me quedó claro qué era
eso del “mal”, aunque la expresión suena a algo funesto y tétrico, pero ahora
ya ha quedado concretado su significado: el Mal es el tripartito, es decir, que
un socialista gobierne con CHA e IU, lo cual incita a caer en la tentación de
(¡Dios lo impida!) subir los impuestos. Nada de subir impuestos, solo hay que
subir el agua y la basura, que no afecta al pueblo y es la mar de socialista,
y, si no, que se lo pregunten a Pablo
Iglesias, Indalecio Prieto o Largo Caballero.
De todas formas, el portento extranatural no consiste en que por
intercesión del señor Belloch la pesadilla del tripartito quede en manos del
Altísimo para su abominación y fulminación, sino en algo aparentemente simple,
que se nos ha pasado por alto y que hemos interpretado como un hecho
perteneciente al mundo de nosotros, los mortales, pero que, tras las
declaraciones del alcalde Zaragoza ante aquellos jóvenes emprendedores, se
presenta ahora ante nuestros ojos en todo su fulgor: el dios del alcalde no
solo no ha impedido, sino que ha avalado en su infinita sabiduría, mediante los
desvelos del edil en jefe de la inmortal ciudad de Zaragoza, el sacro bipartito
PSOE-PAR. Todo ha quedado, pues, claro: el Mal el es el tripartito con IU-CHA y
el Bien es el bipartito PSOE-PAR o PAR-PSOE (ateniéndonos a los resultados,
tanto monta, monta tanto el PAR como el PSOE).
Han transcurrido estos últimos cuatro años de gobierno PSOE-PAR como si
nada estuviese aconteciendo debido a nuestra ignorancia y pobreza de
entendederas, pues nuestra negligencia no ha querido reconocer que el gobierno
bipartito responde a los designios del dios de Belloch, que ha impedido hasta
ahora la subida de impuestos y un tripartito de izquierdas, a la vez que ha
colmado de bendiciones a los presuntos socialistas y a sus socios
regionalistas. Así, el portento de los portentos extranaturales se ha hecho
carne durante cuatro años entre los muros del Ayuntamiento zaragozano
prodigando al Consistorio entero sus bendiciones en forma de cautelosas y
aquietantes líneas de gobierno, de tal forma que el bipartito ha permanecido
firme y glorioso hasta el día de hoy, en la agradecida certeza de que el dios
de Belloch le ha librado de pesadillas tripartitarias y en la confianza de que
impedirá por los siglos de los siglos un gobierno municipal de izquierdas.
El dios de Belloch, en su infinita generosidad, solo le ha pedido a
cambio bagatelas de poca monta, como una calle dedicada a Josemaría, consagrado últimamente a encontrar dragones en las salas
de cine, tiernos abrazos a los seguidores de Josemaría en despachos bancarios y
mediáticos, fiel apego a su representante oficial en la tierra aragonesa,
placenteros paseos mensuales de un crucifijo por los corredores municipales
desde el despacho del alcalde al salón de plenos, testimonio público e
institucional en procesiones y misas pontificales, de que siguen viviendo
Cristo Rey y su regia familia, etc.
Por lo cual, loado sea el Altísimo, se hace así posible el portentoso
hecho extranatural de la inmarcesibilidad del siempre glorioso bipartito
PSOE-PAR en el ayuntamiento del señor Belloch.
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