Si tuviéramos que poner banda musical al momento que atravesamos los
españoles, yo escogería la de un tango escrito en los años 30. La letra
de
Cambalache cobra una actualidad brutal ahora mismo. Su
creador ya lo predijo, sin ética ni valores, el mundo fué y seguirá
siendo una porquería plagadita de chorros maquiavelos, estafados
contentos, amargados y doblés. No se equivocaba el hombre. En el
s.XXI continuamos revolcándonos en el merengue de la desaprensión y del
fraude. Nos mienten a diario, desdiciéndose fanfarronamente de sus
anteriores trolas. Las promesas electorales de ayer arden para ser
remplazadas por la única verdad que les importa, mantenerse en la esfera
del poder. Aunque sea como esbirros y eso suponga traicionar al pueblo
al que deberían servir. El cinismo argumental que emplean resulta cada
vez más pornográfico. Dicen que para la salvación es inevitable el
sacrificio de los trabajadores, pensionistas, discapacitados,
estudiantes, enfermos y demás estratos gravosos de la sociedad.
Descontando a todos éstos, ¿a quién se pretende entonces salvar? También
nos suben el IVA con la rocambolesca excusa de combatir la economía
sumergida. Pero las finanzas de altos vuelos, sus evasiones de
capitales y fraudes fiscales manifiestos, seguirán en ese limbo
inaccesible a las arcas recaudatorias del estado. La pobreza crece a
paso de gigante. El desempleo, los desahucios, la desesperación que
empuja hasta el suicidio... todo son expiaciones necesarias para sanar
al enfermo. Lo que pasa es que el enfermo ( esa insaciable avidez de
bancos y mercados) es incurable. Pero como todo monstruo que se precie,
piensa morir matando. Con la connivencia de los títeres políticos,
succionará cada gota de nuestra anémica sangre antes de reventar. Solo
nos queda una carta: envenenarnos de dignidad para hacernos indigestos a
la Bestia. Como están haciendo los mineros. Puede que acabemos todos
triturados en las perversas fauces de este sistema, que la porquería del
mundo nos persiga hasta la extinción de nuestra estupida especie y que
luchar contra ella sea un esfuerzo estéril. Pero prueben a soñar un
poco. Imaginen que, a golpes de valor y honradez, los victimables le
hacemos la eutanasia a este psicópata enfermo que se nos quiere llevar a
todos por delante. ¿A que sería precioso poder enmendar la trágica
sentencia de este tango?
Ana Cuevas
(Ana es mi amiga, de lo que me siento contento y
orgulloso)
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