por José Luis Martínez. Toda nuestra solidaridad con él y con la causa que expne y defiende
La gravedad de la situación, apunto de derivar en un enfrentamiento en toda regla, es bien conocida en la región de Cajamarca. Tanto en el Departamento de
Madre de Dios en la amazonía peruana como en la región de Cajamarca
en el norte del país, se explotan numerosas minas de oro a cielo
abierto que son altamente contaminantes para el territorio y sus
habitantes.
La extracción de este preciado mineral ha desatado un grave conflicto en Cajamarca, donde se han registrado numerosos
enfrentamientos entre la policía y los habitantes, siendo reprimidas de forma violenta las protestas de los grupos ambientalistas y las comunidades indígenas que defienden su territorio
Desde hace meses, se suceden las protestas contra la mina de oro a cielo abierto, Yanacocha, propiedad de la empresa canadiense Newton Mining Company. Esta explotación minera utiliza mercurio para la extracción del oro, poniendo en peligro la vida de los habitantes de Cajamarca al contaminar con este metal el agua de boca, la que utilizan para
regar sus campos o dar de beber a sus animales.
La minera Yanacocha
ha transformado un entorno de fértiles campiñas en un gran agujero a
cielo abierto. Unas enormes fauces que igual se tragan campos de
labranza, árboles o casitas que expulsan derrames de mercurio como el sucedido en la localidad de Choropampa cuyos habitantes quedaron gravemente afectados de por vida sin recibir una indemnización.
Pero los cajamarqueños no están dispuestos a que su departamento sucumba entre la contaminación y un elevado índice de inseguridad. Y por eso desde hace meses se hacen oír mediante multitudinarias marchas pacíficas que son reprimidas violentamente por el ejercito y la policía peruana. El resultado hasta la fecha ha sido de 5 muertos, numerosos heridos y la arbitraria detención hace unas semana de Marcos Arana, ex sacerdote, uno de sus más conocido líder y presidente del Frente de Defensa de Cajamarca.
Como ya es práctica común en este y otros conflictos en los que se enfrentan indígenas y empresas mineras, allá donde la
policía o el ejercito no pueden actuar, lo hacen los matones y sicarios contratados
por las empresas que explotan los yacimientos.
En
la noticia que os remitimos publicada por el diario La República, se da
cuenta de la captura de uno de ellos, contratado para asesinar a otro
de los líderes de este movimiento, el Presidente regional de Cajamarca, Gregorio Santos.
Nuestros
compañeros ya se desplazaron a esta región el pasado mayo. En aquella
ocasión lo hicieron acompañando a Pedro Arrojo, premio Goldman
de Ecología y otros destacados defensores de los derechos humanos y
ecologistas. Su misión, igual que ahora, fue vigilar el estricto
cumplimiento de lo acordado por el gobierno de Ollanta Humala
y con su presencia garantizar la vida de los participantes en la
"Marcha del Agua" que desde diferentes puntos del país y destino a la
capital Lima, realizaron indígenas afectados por la extracción de minerales en sus comunidades.
La extracción de oro se ha convertido para los indígenas
en una fuente de conflictos permanente. Estamos ante una nueva "fiebre
del oro", que como antaño sucediera en el salvaje oeste americano,
arrasa decenas de miles de hectáreas en zonas hasta hace bien poco
declaradas como territorio protegido.
Las minas de oro a cielo abierto tanto
en Cajamarca como en la amazonía
peruana, además de conflictos y enfrentamientos comportan la
deforestación de la selva o la campiña, -convertidas en un desierto
horadado por centenares de hoyos de descomunal tamaño-, la contaminación
de sus aguas y la expulsión de sus tierras de sus legales propietarios
los indígenas.
Nada de esto sucedería si el gobierno peruano defendiera los derecho ancestrales de los indígenas sobre la tierra en vez de plegarse al recurso fácil de vender esa tierra y los derechos de explotación de los yacimientos auríferos a compañias
extranjeras sin
escrúpulos que a cambio de los millones de dólares en impuestos que
van al Estado Peruano, contaminan las tierras,arrasan el terreno,
enferman a los habitantes y dejan poco dinero para los verdaderos
afectados en los lugares donde se instalan.
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