Publicado hoy en Diario del Aire
Todos los seres humanos tenemos derecho a conducir nuestra vida libre y
responsablemente, según los dictados de nuestra propia conciencia. Asimismo, todos
los seres humanos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos, sin
distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de
cualquier otra índole. En consecuencia, no puede haber verdadera democracia sin
estar basada en la realización efectiva de esa libertad y esa igualdad en plena
paridad de condiciones.
Sin embargo, en muchas zonas del mundo no han sido respetadas la libertad y
la igualdad en lo que respecta a las ideas y las creencias. Por ejemplo, desde
el emperador Constantino (que oficializó el cristianismo en el Imperio) y el
emperador Teodosio (que lo declaró a sangre y fuego única religión del Imperio),
el cristianismo ha tenido patente de corso en Europa, en España y en otros
muchos lugares del mundo, de tal forma que ha creado desde entonces una simbiosis
fuertemente arraigada entre el poder civil y el poder eclesiástico. La historia
de Europa y de España es, desde este prisma, la historia del mutuo
sostenimiento del poder eclesiástico y el poder civil, sin el pueblo o con el
pueblo marcadamente marginado.
No obstante, sobre todo desde la Ilustración, la ciudadanía ha ido
sintiendo cada vez más la necesidad de la separación real de las instituciones
públicas del Estado respecto de las instituciones privadas, principalmente de
signo confesional. Esta reivindicación histórica es ni más ni menos el
laicismo, que no niega o busca la aniquilación de las creencias y las
confesiones religiosas, sino solo situarlas en el ámbito –privado- al que
pertenecen.
La verdadera libertad religiosa, siendo un derecho, consiste en que cada
confesión y cada ciudadano pueda opinar, decir, hacer o dejar de hacer lo que
crea pertinente en el ámbito de lo privado y de su conciencia personal, pero en
ningún caso debe olvidarse que la libertad religiosa es un hecho más dentro del
marco general de la libertad y de las libertades cívicas. La libertad religiosa
no debe sustituir o ir en menoscabo de la libertad de conciencia, por lo mismo
que ninguna opción de conciencia debería atentar contra la libertad religiosa.
Todas las libertades son manifestaciones de la libertad, sin otros elementos
calificativos o determinativos, y cualquier intento de monopolizar esa libertad
en nombre de una determinada creencia es un desvarío. La libertad es del ser
humano, lo constituye como tal, le otorga dignidad. La libertad es de todos y
de cada uno, sin excepción, pertenece al pueblo, a todo el pueblo. Esto es lo
que pretende significar el laicismo. De ahí que la libertad sea sustancialmente
laica. Por eso el laicismo garantiza la libertad de todos: el laicismo es
libertad.
Sobre esta base, el Estado no ha de tener realmente confesión alguna,
como tampoco ninguna confesión debe tener carácter estatal. En consecuencia, ninguna religión tiene derecho a imponer sus creencias y
sus normas de conducta en una sociedad. El laicismo, pues, es un principio
indisociable de la democracia, que garantiza el respeto en igualdad de
condiciones a todas las creencias, con tal de que no entren en contradicción
con las leyes fundamentales comunes a toda la ciudadanía.
Por otro lado, decir que un Estado ha de ser laico equivale a afirmar que
ese Estado es aconfesional; es decir, no asume como propia e identitaria
ninguna confesión (tal como indica la partícula privativa o afijo “a” del
término “aconfesional”). En un Estado laico todos han de ser iguales, de tal
forma que ninguna ley o norma
privada, por muy importante que algunos la supongan, pueda o deba aspirar a
regir la vida de los ciudadanos. En otras palabras, solo
el Estado aconfesional es capaz de garantizar el ejercicio pleno y en igualdad
de condiciones de la libertad de conciencia, base común de las demás
libertades, incluida la libertad religiosa o de culto.
Sin embargo, ciñéndonos al estado de cosas existente en España, buena parte
de sus instituciones públicas (locales, autonómicas y estatales), así como sus
actos públicos (tomas de posesión de cargos, funerales de Estado,
celebraciones, etc.) están estrechamente vinculadas multisecularmente con la
iglesia católica (a modo de ejemplo, misas, procesiones, presencia de símbolos
religiosos en lugares públicos, y –principalmente- un Concordato aún vigente entre
la Iglesia Católica y el Estado español del régimen dictatorial de Franco y
unos Acuerdos firmados en 1979).
De ahí que sea imprescindible reivindicar unas instituciones públicas
independientes de cualquier condicionamiento proveniente de las instituciones
de carácter privado, pues constituyen el espacio público, común a toda la
ciudadanía. Por lo mismo, los representantes públicos deben ejercer sus cargos desde
los principios de libertad e igualdad para toda la ciudadanía, de tal forma
que, cuando actúen en calidad de tales, han de hacerlo desde la universalidad y
la neutralidad, y en ningún caso desde la confesionalidad.
Si las instituciones educativas han de ser viveros activos donde se
forman personas libres, con criterio propio, autómomas, comprometidas,
solidarias y profesionalmente bien dotadas, la escuela ha de ser igualmente
pública y laica, capaz de garantizar efectivamente la libertad de conciencia y
de expresión, en plena igualdad de condiciones.
De no ser así, no
estaremos hablando de verdadera democracia, sino de patrañas propagandísticas
al servicio del poder.
DEMOCRACIA, LIBERTAD RELIGIOSA,
ResponderEliminarTEOCRACIA Y ESTADO LAICO.
De ningunas manera laico quiere decir aconfesional, de dónde saca esa idea errónea quien escribe esta equivocación? Lo pertinente en el termino laico está, en que laico significa del pueblo (del griego laos = pueblo, y laico = del pueblo); lo mismo estado, el estado no es el gobierno ni el territorio, sino laico es la comunidad de ciudadanos que trabajan con un mismo fin; por lo tanto, el estado son los mismos pobladores de un país, o de una provincia, o de un municipio, Etc.., y así también, los laicos son los pobladores de de un país, o de una provincia, o de un municipio, Etc. Por lo cual, estado laico no puede ser católico, ya que hay muchos que no son católicos, ni tampoco puede ser de otra determinada religión, ya que habemos muchos católicos y de otras religiones; pero tampoco puede ser aconfesional o ateo ya que habemos muchos con religión. El gobierno tampoco puede ser católico, ya que hay muchos que no son católicos, ni tampoco puede ser de otra determinada religión, ya que habemos muchos católicos y de otras religiones; pero tampoco puede ser aconfesional o ateo ya que habemos muchos con religión; en el gobierno hay también libertad para que los gobernantes y servidores públicos vivan y practiquen la religión que familiar o personalmente confiesan. De ninguna manera la confesión y la práctica religiosa de las personas y de los grupos, deben marginarse al ámbito privado y reservación particular; existe para todos los ciudadanos, el derecho a confesar y practicar, tanto en público como en privado, tanto en lugares públicos como privados, su fe religiosa; al igual que los ateos y masones aconfesionales, tienen el derecho de callar y practicar su no confesión de religión, tanto en público como en privado, tanto en lugares públicos como privados. No es de justicia que solo a los ateos y a los masones aconfesionales se les respete públicamente y políticamente su no confesión, y a los demás, que tengan religión, se les obligue a que simulen no tener religión, a que aparenten no tenerla; eso no es promover el respeto, sino es promover la hipocresía.
(Continua).
DEMOCRACIA, TEOCRACIA… (Continuación).
ResponderEliminarEl amor, el respeto y la justicia, se dan solo cuando a todos los ciudadanos, sean gobernantes o no gobernantes, se les respetan sus derechos por igual; sin preferencia a los católicos o a los de otra religión, y que los demás se fleten a lo que estos practican en público (confear ser de una religión y practicarla); pero tampoco con preferencia a los ateos y a los masones aconfesionales, queriendo que los demás se fleten a los que estos otros practican en público (no confiesan religión alguna, ni la practican). Es precisamente el laicismo (egoísmo laico), diferente a la laicidad, y el materialismo, el que pretende que todos sean aconfesionales o simulen serlo, por lo menos en lo público; pero esta práctica aparentadora y engañadora, es el dominio y la opresión que el materialismo va logrando sobre los que tienen alguna religión, ya que pretende imponerla por la fuerza, al menos en lo público. La teocracia y la democracia van unidas, pues la democracia es un valor dejado por los filósofos (amigos de la sabiduría) griegos, y perfeccionado y llevado a la eficacia por los discípulos de Jesús o cristianos “Elijan de entre ustedes, hombres con sabiduría, llenos del Espíritu Santo y de buena reputación, que los ayuden a solucionar sus problemas temporales; y nosotros los pondremos al frente de esta tarea.”; con lo cual se da a conocer sin confusión, el origen divino del valor de la democracia, y reafirmado con claridad por el mismo Jesús “No tendrías ningún poder si no se te hubiera dado de lo alto.”, “Den al cesar lo que es del Cesar y den a Dios lo que es de Dios.”, a Dios todo ya que todo viene de Dios, todo lo que la iglesia, o la sociedad, o el mismo cesar, tienen en su poder, les viene de Dios, y por lo tanto a Dios hay que devolvérselos, no dárselos al diablo. Por esta razón, todos son bienvenidos en el estado laico democrático, con libertad religiosa y de creencia, incluyendo a los masones aconfesionales y a los ateos, así como a los católicos y a los cristianos, Etc., sobre todo, reconciliándonos con Dios, les damos la bienvenida en este ambiente humano integro (político, religioso, social, educativo, Etc.) a Dios, a Jesús, a María y a los Santos, sin discriminación con alguien, ni del cielo ni de la tierra; al único que rechazamos es al diablo y a sus demonios, porque ellos solo quieren el mal y dañar, a nuestra gente y a nuestra patria.
“Amor y paz en Dios a todos.”.
DEMOCRACIA, LIBERTAD RELIGIOSA... (Continuación).
ResponderEliminarDesde el momento en que el laicismo promueve que todos los que tienen religión, en público aparenten no tenerla, y prohíbe que todos los que tiene una fe la confiesen en público, y solo permite que los ateos y a los masones aconfesionales, expresen públicamente lo que son y nieguen lo que no creen, es una opresión, con las grandes mayorías religiosas. Solo da mas que libertad, da privilegios a los ateos y a los masones aconfesionales, ya que les permite lo que a los demás grupos no les permite, y no les prohíbe lo que a los demás grupos si les prohíbe, por lo cual no se puede catalogar como una libertad sino como una injusticia y una opresión hacia el pueblo. Al contrario, la laicidad si es libertad con el pueblo, pues es el respeto a todos los que tienen una creencia o no la tienen, se les reconoce, tanto pública como privadamente, esto no promueve la hipocresía sino la honestidad, valor muy valioso, pues el temor a ser castigado o inclusive apresado por actuar en contra de prohibiciones injustas, como prohibir la práctica religiosa en lugares públicos, lleva aparentar lo que no es la persona, por esto la laicidad si hay que aceptarla como principio elemental del estado, de la patria y de la educación; pero el laicismo no.
"Amor y paz en Dios a todos.".