miércoles, 11 de julio de 2012

La insoportable levedad de Wert


Publicado hoy en El Periódico de Aragón
Publicado en ATTAC Mallorca el 13 de julio 
Publicado en ATTAC España el 15 de julio
Publicado en ATTAC Murcia el 15 de julio
Lo dejé escrito en esta página hace unas semanas: el actual ministro de Educación, Cultura y Deporte, Ignacio Wert, ha batido el récord mundial de no hablar de educación tras llevar más de seis meses en el cargo. Ha aumentado el máximo de alumnos por aula y las horas lectivas del profesorado, ha subido las tasas universitarias, ha reducido las becas y las ayudas para estudiantes, ha prescindido de miles de docentes profesores interinos, se ha cargado la asignatura Educación para la Ciudadanía, ha recortado más de 3.700 millones de euros en educación y, en el colmo del desvarío, ha creído y sostenido que esas, según él, "medidas excepcionales para una situación excepcional" tienen algo que ver con su labor como ministro de educación en nuestro país, lo que demuestra que ni siquiera tiene una idea precisamente clara de en qué pueda consistir la educación. Incluso no sería de descartar que estimara que el recorte del 22% para educación en los Presupuestos Generales del Estado para 2012 tiene algo que ver con algo positivo para los alumnos, sus familias y la sociedad en general.
Wert ha trabajado como profesor en algunas universidades, pero sospecho que descendía a sus aulas desde la mismísima Babia. Viendo la devastación del ámbito educativo perpetrado por el Gobierno del Partido Popular, un ministro de Educación tendría que haberse batido el cobre hasta la extenuación defendiendo a la ciudadanía dentro del ámbito educativo, así como los valores y los derechos consustanciales a su cometido ministerial, pero Wert siempre ha dado la impresión de que no tenía conciencia de que su actividad única y diaria como obediente contable recortador tuviese graves y negativas consecuencias para la escuela pública, la calidad de la enseñanza, la atención a la diversidad, los desdobles, la formación permanente del profesorado, la igualdad de oportunidades, y un largo etcétera más. 
Pues bien, el ministro Wert ha vuelto a batir la semana pasada su propio récord de despropósitos: bajo el marco incomparable del campus de FAES (la sombra de Aznar sigue siendo muy, pero que muy alargada) la selectividad, según Wert, “no funciona” porque la aprueba el 94% de los alumnos. Sobre esa base, aboga por nuevos sistemas de evaluación del “rendimiento de los alumnos”, sin explicar qué entiende por “rendimiento” o “funcionamiento” y qué es lo que ha estado haciendo entonces el profesorado durante seis años de Primaria, cuatro de ESO y 2 de Bachillerato (movido quizá por la nostalgia de tiempos pasados, quiere implantar sendas reválidas en cada una de las etapas educativas). 

Antes, repitiendo sin cesar el mantra del “fracaso escolar”, Wert, el Gobierno de Rajoy, los adeptos y asesores del Partido Popular (sacados de lo más granado de la reacción educativa española) han estado coreando sin cesar la cantilena de lo mal que va la educación española, haciendo hincapié sobre todo en el fracaso escolar, los suspensos, los malos resultados y las deficiencias de aprendizaje respecto de otros países aparecidas en el Informe Pisa. Pues bien, ahora lo que no le parece bien al Ministro es que aprueben tantos, entronizando indirectamente como principio básico pedagógico que un sistema educativo sin un número suficiente de suspensos (Wert no llega a especificar cuántos) no puede funcionar bien.
Wert parece defender asimismo en su propia persona la viabilidad del principio de contradicción, al afirmar que eso de que la  actual generación de jóvenes es la mejor preparada en la historia de nuestro país es a la vez “una bobada y verdad”. Wert quiere además pruebas, pero no pruebas trucadas o de chicha y nabo, sino “externas” (¿al centro donde el alumno o alumna han estado siendo enseñados y evaluados día tras día, año tras año?) y “nacionales” (¿está pensando Wert en otra cosa que no sea contrarrestar el virus autonómico o, más aún, nacionalista?).
Wert apuesta por “la cultura de la evaluación” y quiere ver los resultados (¡y el número suficiente de suspensos!) de esas pruebas de evaluación del “rendimiento y las capacidades” del alumnado mediante unos exámenes o tests “externos y nacionales”, y no mediante la experiencia y la evaluación continuada de ese alumnado a lo largo del curso. Sostiene también que el sistema educativo español "se ha deslizado hacia la mediocridad", considera “letal” la educación comprensiva y afirma que el bálsamo de Fierabrás consiste en “medir”, ya que, según el ministro, “las consecuencias de no medir es que no existen aspiraciones de rendimiento”.
No hay programa político ni dirigente en general que no haya afirmado solemnemente que la educación es una de las claves más importantes para el presente y el futuro de un país. En esta línea y constatando el hacer y deshacer diarios del ministro Wert, estamos en condiciones de comprender mucho mejor por qué nuestro país está ahora como está.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si lo deseas, puedes hacer el comentario que consideres oportuno.