domingo, 25 de octubre de 2015

Freud diagnostica a Zaragoza y Aragón


Llegó a la Estación de Delicias al mediodía, de incógnito y portando solo un pequeño maletín de color negro y bastante anticuado. Sigmund Freud acababa de llegar a la ciudad de Zaragoza. Nada más salir de la Estación, encendió con parsimonia un cigarro puro y me preguntó qué pasaba tan importante como para sacarlo de su eterno descanso. Le respondí que en la pregunta misma residía el problema: no tengo ni idea de qué está pasando en la ciudad de Zaragoza y en Aragón en su conjunto.

De forma deslavazada e inconexa, fui contándole que en el Ayuntamiento de la capital gobierna el grupo ZEC (Zaragoza En Común) apoyado por un partido político, PSOE, que, de hecho, no apoya, pues aduce regularmente que, para apoyar, primero hay que hablar y negociar, bajo la cándida consternación de ZEC, que cree incuestionables e inmarcesibles sus planteamientos. Entretanto, otros grupos se frotan las manos contemplando el guirigay: el PP por revelarse así la inadecuación en cualquier institución de todo partido que no sea “moderado”; Ciudadanos  porque seguir la corriente le lleva supuestamente a un florido 20-D y CHA (Chunta Aragonesista), no sabe/no contesta. Todo ello, sin olvidar que dentro del Consistorio hay gente de cargo relevante que tiene puestas su mente y su ambición en cotas y cargos mucho más altos, por lo que le importa un comino emporcar lo que sea con tal de estar cada día en el candelero. Los primeros, en cambio, aún se creen poseedores de alguna lámpara maravillosa con un genio que hace realidad sus sueños.

Freud escuchaba atentamente mis confusas y difusas explicaciones y tras dejar en el aire una densa nube de humo de su cigarro puro, se limitó a comentar escuetamente: “Esto parece más bien una orgía sodomita”. Y se quedó mirándome, a la espera de que yo continuase mi perorata.

Tras ponerle someramente al corriente de lo que está pasando en el Parlamento aragonés y en el Gobierno de Aragón, Freud movió su cabeza como sorprendido, apagó contra el suelo su cigarro puro e indicó que en tales circunstancias no es muy aventurado suponer que muy probablemente la  ciudadanía aragonesa y zaragozana debe de estar padeciendo ya alguna suerte de depresión personal o distimia colectiva. “La dinámica circular creada entre Gobierno, Parlamento y Ayuntamiento es indudable síntoma de una neurosis crónica”, aseguró, “lo que parece indicar también trastornos obsesivo-compulsivos de ansiedad, depresión, adicción al poder o a machacar a cualquier adversario, dentro o fuera de su grupo político”.

Cuando objeté que hay grupos que no manifiestan unos síntomas tan agudos, Sigmund Freud  me explicó que hay personas que tienen larvados en sus mecanismos de conducta trastornos psicóticos como la bipolaridad y la personalidad tartufiana o esquizoide. “Por lo general”, prosiguió Freud, “los dirigentes (principalmente los políticos) padecen trastornos psicóticos por los que pierden el contacto con la realidad o trastornos neuróticos graves que conllevan gran malestar y ansiedad precisamente por no haber perdido el contacto con la realidad o, mejor dicho, con su deprimente realidad. Todos somos algo neuróticos, incluso buenos neuróticos, pero no hay que pasarse”.

A punto de subir al tren, siempre con su maletín negro y algo anticuado, me dijo a modo de despedida con una sonrisa socarrona: “Antonio, al parecer, no se trata de unos cuantos casos aislados, sino de una epidemia”.





1 comentario:

  1. Pues a mi me parece eso, un artículo de opinión, porque en todo momento está reflejando la misma del que lo escribe, pero adornado magistralmente con una buena imaginación, al crear la situación para el diagnóstico y exposición de lo que piensa sobre una situación política y en ningún momento se insulta a nadie y ni siquiera se menciona algo que pueda dañar la "dignidad" de alguna persona.
    Creo que si han denegado la publicación de este artículo es por miedo o intereses ocultos.
    Un Saludo Antonio y gracias por tu fuerza y voluntad al denunciar lo que acontece en este país.

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