Viernes frío y la marquesina de Puerta
Cinegia no deja entrar en calorcillo del sol que da en la plaza de España.
Fernando nos ha regalado su presencia durante un buen rato de la mañana,
Beatriz reparte con arte octavillas entre los viandantes y Marisol dispensa a
todos tranquilidad. Siguen acercándose personas que manifiestan su conformidad
con nuestras reivindicaciones; también otras que muestran su desacuerdo.
Incluso hace unos días una mujer se acercó para devolvernos íntegra la octavilla
como signo de su discrepancia. Es de agradecer su educado gesto por mucho que
sean antagónicos algunos puntos de vista.
Pocas
composiciones musicales pueden parangonarse con el Liebestod de Wagner, en el
aria final de Tristan e Isolda: Isolda se transporta hacia otra
dimensión "muriendo de amor" junto al cuerpo tendido de Tristán. Olas de sublime identificación con el ser
amado, de muerte amando. Maravilloso canto de amor y de desgarro por la muerte
de quien amamos.
Hasta
el próximo día.
Fantástico Antonio. Un abrazo fuerte y gracias.
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