PUBLICADO HOY EN ELDIARIO.ES ARAGÓN
El jugador del Barcelona Gerard Piqué cometió
el horrendo crimen de no condenar el independentismo de su tierra, por lo que
la España de “la camisa blanca
de mi esperanza, la negra pena nos amenaza, la pena deja plomo en las alas”, la España de los inquisidores y los salvapatrias, se ve en la sacra obligación de condenar al
defensa azulgrana y de la selección española de fútbol.
Gerard Piqué, barcelonés, 26
años, perpetró el pavoroso pecado de asistir el pasado 11 de septiembre de 2014
a la manifestación con motivo de la Diada catalana, así como la imperdonable
fechoría de declarar que sus compatriotas, los catalanes, tienen derecho a decidir
su futuro y celebrar una votación consultiva sobre la voluntad popular de ser o
no ser independientes de un país denominado España. De hecho, para su prisión permanente
revisable no hay más que leer sus antidemocráticas palabras: "Estoy a favor de la consulta, es algo
democrático que tiene que suceder porque la gente tiene su derecho a votar".
Ni que decir tiene que Viriato, Recaredo, Santiago
y cierra España, don Pelayo, el general Moscardó, Agustina de Aragón y una
multitud más de aficionados al balompié agrupados en el estadio Carlos Tartiere
de Oviedo cumplieron su patriótico deber de expresar públicamente el 5 de
septiembre pasado, en un auto de fe patriótica televisado con motivo del
glorioso triunfo de la selección española de fútbol sobre la eslovaca, su
rechazo a tan protervo intruso entre los defensores de la camiseta nacional:
cada vez que Gerard Piqué tocaba la pelota muchos de los espectadores expresaban
su españolidad silbando incansablemente al defensa catalán.
A principios del 2006 el jugador camerunés
del F.C. Barcelona Samuel Etóo, harto de los insultos racistas dirigidos contra
él por un sector de la grada en el estadio zaragozano de La Romareda, amagó con
retirarse del campo de fútbol, diciendo “No
juego más, no juego más”. Algún ingenuo quizá esperase que también en el
transcurso del referido encuentro de fútbol España-Eslovaquia al menos una
parte de la grada o los compañeros de equipo de Piqué o su seleccionador
expresasen su protesta deteniendo o suspendiendo el partido. Mas nada ocurrió,
para consternación de ese posible ingenuo. Algo similar ocurrió en enero de 2013 debido a los constantes
insultos racistas recibidos por el jugador del Milan Kevin Prince Boateng. En
este caso, fueron todos los jugadores del propio equipo y del equipo adversario
quienes abandonaron el campo de fútbol, asqueados e indignados por tanta caspa
y tanta brutalidad. Lamentablemente, repito, ni el posible ingenuo ni yo vimos
el sábado pasado un comportamiento parecido por parte de los integrantes del equipo
español ni de su cuerpo técnico.
Habrá quien objete que no son lo
mismo racismo y condena del independentismo, y no les falta razón: en un caso,
queda lesionado el principio de no discriminación por razón de “raza”
(Constitución dixit, art. 14); en el
otro caso, se está discriminando por razón de opinión. Gerard Piqué se limitó a
expresar democráticamente su parecer y asistir a una manifestación pacífica
sobre las reivindicaciones identitarias de decenas o centenares de miles de
catalanes y catalanas. Pues bien, ni soy catalán ni soy culé, pero coincido plenamente
con el derecho de Piqué a tener la postura y la postura que quiera, así como a
jugar en la selección española de fútbol (cosa que lleva haciendo desde 2009). ¿Qué
Piqué no debería entonces jugar en la selección española ni cobrar emolumentos por ello? Bien, en tal caso, permítase
a los jugadores catalanes de fútbol proclives a celebrar una consulta popular e
incluso al independentismo jugar una Eurocopa o un Mundial de Selecciones con
la propia selección catalana.
Personalmente puede hacer cosas más o
menos criticables para otros, pero con cada silbido contra Piqué se ejercita el derecho y la libertad de
opinión contra el derecho y la libertad de opinión, lo cual tiene muy poca
gracia. Y si español es ser como los silbantes del estadio Carlos Tartiere,
nada tengo y nada quiero tener entonces de español. Prefiero simplemente acompañar a Etóo, Boateng, Otero, Unamuno, Russell, judíos, moriscos, A. Machado, Companys,
Aranguren y a millones de personas más exiliadas y perseguidas de su país y en
el mundo. Y hoy y aquí, aunque sea por unos breves instantes, me declaro –en
positivo- catalán, independentista, culé y forofo de Gerard Piqué, defensa
central del F.C. Barcelona y de la Selección española de fútbol, y –en
negativo- adversario de los silbantes de todos y cada uno de los Piqués
existentes por ventura en el mundo.
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