La compuse hace muchos años. Compruebo que, por mucho tiempo que pase, permanece la co-incidencia conmigo mismo. Hola y adiós.
Yo no tengo la culpa de pensar
ni de sentirme solidario entre los hombres.
Ni siquiera he podido elegir ser neutral
o lavarme las manos con un millón de razones.
El hombre no se hace a martillazos
ni lo modelan dos señores a su gusto.
(Un fusil no sirve sin mis manos
y mis manos crean y aman sin fusiles).
Yo no tengo la culpa de avanzar
por caminos que rechazan alambradas.
(Me siento tan a gusto recorriendo
los senderos que me trazo a cada paso....)
No puedo prescindir de ti para poder ser de una vez lo que debo.
No puedes prescindir de mí para llegar a ser lo que
quieres.
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